Primero, hace milenios, fueron las
casas de patios íntimos pegadas sin orden unas a otras pues solo después
aparecieron las calles que formaron manzanas. Esta ciudad inicial llegó al
Nuevo Mundo del Cercano Oriente pasando por Europa. Mucho mas tarde, las cuatro
o seis casas que componían nuestras manzanas coloniales, ya regulares, se
subdividieron, e incluso se comenzaron a constituir nuevas con mas predios y
por lo tanto mas angostos. Cuando recientemente se reemplazaron sus viejas
casas por edificios, los solares se convirtieron en aislamientos posteriores,
generalmente ocupados por sórdidos estacionamientos, y los patios se volvieron
pozos de luz. Ingenuamente la arquitectura moderna pretendió solucionar el
problema con edificios exentos en medio de amplias zonas verdes.
Pero, incluyendo a
Chandigarh y Brasilia, que termino de Patrimonio de la Humanidad como cualquier
centro histórico, las ciudades modernas no cuajaron y por lo contrario nuestras
manzanas tradicionales se llenaron de edificios y sus patios y solares quedaron
en el olvido. Para peor de males, mientras en los centros históricos de Europa
los pocos edificios nuevos no fueron mas altos que las casas que reemplazaron,
y conservaron los paramentos, en América Latina fueron muchos y muchas veces
innecesariamente altos y no paramentados (como los que se acaban de aprobar en
Cali) y con frecuencia tuvieron imágenes modernas -que no arquitectura-
destruyendo la regularidad de las calles de nuestras ciudades ancestrales. No
logramos tener ciudades modernas de verdad pero en cambio acabamos con las muy
buenas y bellas que teníamos.
La alternativa
hubiera sido el modelo del Ensanche de Barcelona, de 1858, de Ildefonso Cerdà,
pero solo nos llegaron sus esquinas achaflanadas, bien pensadas para el cruce
de los automóviles, pero aquí peligrosamente reducidas como se puede ver en San
Antonio. Incluso allá, el plan no se pudo realizar totalmente y los centros de
las manzanas solo fueron públicos en las pocas que se remodelaron para los
Juegos Olímpicos de1992, ejemplo que ya se había tomado para las manzanas
cerradas de la segunda IBA de Berlín de 1978. Paradigma que tambien se asumió
en la Nueva Santa fe en Bogota, de 1983, de Rogelio Salmona y otros, en donde
desafortunadamente el uso colectivo pero privado de los centros de las manzanas
es mutuamente excluyente con el uso público de las calles, como también pasa en
Berlín.
El problema está aun
sin resolver convincentemente y soluciones interesantes, aunque cuestionadas,
como la de James Stirling para Runcorn New Town, en 1967, en Inglaterra, no son
fácilmente generalizables y solo sirven para sectores nuevos. Mientras tanto
deberíamos por lo menos proteger lo mas posible las calles de las manzanas
existentes reglamentando estrictamente sus nuevos edificios. Estos deberían
seguir el paramento existente, sin retrocesos ni voladizos, mantener la altura
predominantes en el sector y empatar con los vecinos para tapar sus culatas. Y
las excepciones de verdad imprescindibles, deberían ser siempre con fachadas
por todos sus lados y desde abajo, como en Caracas, y suficientemente retirados
de los demás.
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