A diario se la libra a muerte en
andenes, calles y carreteras. Posiblemente en Colombia los automotores den de
baja mas gente, entre muertos y heridos, que el terrorismo, el conflicto
armado, el narcotráfico, la delincuencia común y la violencia intrafamiliar juntos.
Carros que se estrellan a todas horas en las ciudades. Tractomulas,
dobletroques, camiones, volquetas y buses que se despeñan o despedazan entre si
en las carreteras. Buses urbanos (es un decir), busetas y carros, incluyendo
claro los taxis, que arroyan ciclistas o peatones obligados a caminar por las
calzadas por la carencia de andenes o porque están invadidos por los carros. O
que sencillamente están bajando o subiendo a un vehículo o cruzando la calle
por donde deben o no. Motociclistas que se matan solos por su inaudita
imprudencia. La violencia en el país ya no es solo la de sus pueblos, veredas y
campos sino cada vez mas la del espacio publico de sus grandes ciudades y
carreteras congestionadas. Los automóviles se han vuelto entre nosotros armas
contra los colombianos mas mortíferas que las convencionales.
¿Pero
a quien le importa? Ni siquiera a los deudos, que se consuelan con el cuento
ese del destino. De estos muertos y heridos no se habla lo necesario. Los
“informes” de la prensa sistemáticamente culpan solo al exceso de velocidad o
al “alicoramiento” de los conductores. Pero no se establece seriamente cuantos
accidentes se deben a ello y cuantos también, o específicamente, a la mala
conducción, el mal estado de los vehículos o de las calles y carreteras, o a su
pésimo diseño. A la falta de señalización o, lo que es mas grave, a su
improvisación o por que es peligrosamente antitécnica. ¿Cuántos a la falta de
autoridad? Porque la verdad es que sobra burocracia y autoritarismo en las
autoridades del transito como falta verdadera autoridad. Aquí todo el mundo
circula como se le da la gana o por lo menos en algún momento debe hacerlo así
por la sencilla pero tremenda razón de que con frecuencia es la única manera de
proceder. Son muchas las leyes y normas de circulación que llevan al delito
porque no se pueden cumplir o no hay quien las haga obedecer. Es decir, por la
falta de autoridades suficientes y sobre todo competentes.
La
solución es sencilla pero por eso mismo en Colombia poco probable. Primero
habría que informar bien sobre esta guerra que diezma al país mas que la otra,
y darle la importancia que tiene. Al menos como a la Formula 1, el fútbol, la
farándula, la moda, las reinas o nuestro príncipe Carlos. Luego proceder a
mostrar a los colombianos lo que todos saben en los países civilizados sobre el
buen uso de los espacios públicos urbanos y rurales. Principiando por
enseñarles a manejar a los que enseñan a manejar, a vigilar a las autoridades
que vigilan la circulación de peatones y automóviles. Y hasta a caminar en las
ciudades pues aquí muchos nunca lo terminan de aprender y mueren atropellados.
Después hay que diseñar y construir bien andenes, calles y carreteras,
utilizando normas y soluciones pocas, claras, comprobadas y permanentes. Finalmente
hay que proceder a hacer cumplir lo aprendido. Como se ve, el circulo vicioso
solo lo podrían romper los medios, pero están tan ocupados con lo de la no
reelección de Uribe que es inútil pedirles que piensen en cosas tan cotidianas
y poco vendedoras.
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