Este nuevo libro de Jared Diamond, y su
conocido y premiado Armas, gérmenes y acero (1998), deberían ser lecturas
obligatorias. Como lo advirtió Carl Sagan (El mundo y sus demonios,1995), solo
el pensamiento científico nos puede salvar. Pero lamentablemente no lo serán;
por lo contrario prevalecerán los de las diferentes manifestaciones de ese opio
del pueblo del que habló Marx. Así, ¿cómo razonar con los que llaman al aborto
asesinato y bebe a un embrión, tergiversando las palabras y creyendo que tienen
el derecho a imponer sus creencias a los demás? Dicen defender la vida pero
olvidan que la excesiva población del planeta lo está destruyendo y puede
causar la muerte de muchos. Somos ya mas de seis mil millones, mas de la mitad
urbanos, y para 2020 habrá al menos nueve mega ciudades con más de 20 millones
cada una, la mayoría en condiciones muy precarias (UN-Hábitat de la ONU). Como
si aun estuviéramos en la baja Edad Media no entienden que lo verdaderamente
humano es procurar una mejor calidad de vida para la mayoría, aquí y ahora, y
no después y en un inexistente mas allá.
Las cinco
circunstancias estudiadas por Diamond explican, en mayor o menor medida cada
una y combinadas de diversas maneras, el colapso de sociedades del pasado como
la de los habitantes de la isla de Pascua, los Mayas, o los Vikingos en
Groenlandia, y como ahora amenazan diversas regiones del mundo como Montana en
Estados Unidos, Ruanda, Australia y nada menos que China. Y el porqué en
nuestro presente globalizado el colapso de una sociedad probablemente
arrastraría a otras. Siguiendo a Diamond, nuestro futuro dependerá de las
respuestas que demos a nuestros problemas (todavía muchas veces equivocadas por
provenir de religiones o ideologías), de la conservación de los vecinos
amistosos (a través del comercio ecuánime), del manejo de los vecinos hostiles
(complicado hoy por el creciente terrorismo del fundamentalismo religioso), del
acomodo al cambio climático (cada vez mas agudo) y de detener el deterioro
medioambiental (interrelacionado con el clima incluso en nuestro
subdesarrollado país).
Como lo señala la Asociación
colombiana de ingeniería sanitaria y ambiental, la
contaminación producida por muchos residuos industriales y domésticos muestra
la falacia del crecimiento económico y de la industrialización en aras a la
modernización y el progreso. Sobre todo cuando no se consideran las
ineficiencias energéticas y los límites, fragilidad e interrelaciones de los
ecosistemas, recursos naturales y sociedades. Pide ACODAL que las instituciones
científicas del país se expresen sobre las irresponsables decisiones tomadas al
respecto por el Ministerio de Ambiente, vivienda y desarrollo territorial, dada
su importancia y trascendencia internacional. Y nos recuerda que la
Constitución consagra que “todas las personas tienen derecho a gozar de un
ambiente sano” y que “la ley garantizará la participación de la comunidad en
las decisiones que puedan afectarlo”. Pero como de costumbre, según se dice que
dijo Platón, “los que son muy inteligentes como para meterse en política sufren
el castigo de ser gobernados por los que son más estúpidos".
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