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San San San negocio. 02.11.2006


Como bien dice la Sociedad de Arquitectos Paisajistas del Sur Occidente Colombiano (SAPSO) refiriéndose al club San Fernando, los árboles y espacios verdes ayudan a mantener frescas las ciudades, actúan como filtros naturales del aire, absorben el ruido, mejoran el micro clima, minimizan el cambio climático global, protegen los recursos naturales y embellecen parques, avenidas y calles, procurando bienestar y sosiego. Además, como nos recuerda la SAPSO, la presencia de árboles de cualquier especie influye sobre el ciclo general del carbono, lo que contribuye a la salud de a sus habitantes. Las instalaciones del club San Fernando, aunque desafortunada y torpemente intervenidas a lo largo de su mas de medio siglo de existencia, no solo son parte de la memoria urbana y arquitectónica de Cali sino que conforman, con la sede de San Fernando de la Universidad del Valle, el Hospital Departamental, el estadio y el Parque Panamericano, un amplio y simbólico espacio urbano, en parte público y privado, en parte libre y verde, único en la ciudad.
El presidente del club, los miembros de su junta que lo apoyan y los socios que están de acuerdo con la venta de sus instalaciones, sin duda piensan que van a hacer un buen negocio para el club y, eventualmente, para ellos. O si no ¿cómo explicar que se lo quieran imponer a como de lugar a los que no están de acuerdo, quizás la mayoría, con su (hipotético) traslado a otra parte? Y por supuesto se olvidan de todos los caleños que verán de nuevo como se destruye su patrimonio construido y ambiental. Además de buena parte de su heredad urbana y arquitectónica, colonial, republicana e incluso moderna, Cali ha perdido mucho de su flora, fauna y paisaje en detrimento de la calidad de vida en la ciudad. Entre los crímenes contra su medio ambiente está en primerísimo lugar la eliminación de los samanes de la carrera primera, la calle octava, la avenida sexta y parte de los de la calle quinta, en la que el mal diseño del Mio dará buena cuenta de los que quedan, y desde luego está también el abandono vergonzoso de sus siete ríos, muy preocupante por que el agua se está acabando en el mundo.
Es inconstitucional hacer intervenciones que afecten el espacio público de las ciudades sin consultar con sus comunidades. Y es irresponsable que no se considere su impacto patrimonial (arquitectónico y urbanístico) y ambiental (ecológico y paisajístico), especialmente en Cali, que sigue creciendo rápidamente demoliendo lo ya construido y sin el respectivo incremento de zonas verdes y espacio urbano público, proporcional al número de sus habitantes. El patrimonio construido y ambiental que representa el club San Fernando debe ser valorado dentro de unos parámetros urbanos, arquitectónicos, ecológicos y paisajísticos, pensando en la ciudad, y no solo en el negocio inmobiliario que su presidente está tan ansioso de perpetrar dejando de lado nuestra responsabilidad con las generaciones venideras, como nos reclama con justicia la SAPSO. Nuestro deber es heredarles una ciudad funcional, sostenible, segura, limpia y gratificante, para lo cual se precisan muchos mas árboles bellos en lugar de mas negocios feos.



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