Las obras se ven
por todas partes; lastima que la gran mayoría no se pueden usar. Aparte del de
El Hormiguero, que sigue cerrado, son varios los puentes sin acabar hace años,
como los dos de Candelaria, o que avanzan en cámara lenta como el del Cauca en
Cali (cuyo empate con La Recta no se entiende), o los que están terminados pero
no cuentan con las aproximaciones respectivas, como el de Buenaventura o el de
Sonso. O si estas existen, no se han comenzado los puentes o las simples
alcantarillas, como en la rectificación en la desviación hacia Ginebra. Hay
tramos concluidos de la doble calzada Palmira Buga, algunos bastante largos,
pero no están conectados provisionalmente a la carretera actual, y su deterioro
precoz lleva a la paradoja de que se les da mantenimiento pese a que nunca se
usaron. Mientras tanto la ampliación de la carretera Cali Florida se dejo
peligrosamente sin terminar.
La disculpa a todo este despropósito,
a cuenta de los contribuyentes, por supuesto, es la presunta dificultad para
adquirir los predios necesarios; sin embargo muchas de estas obras inconclusas
están dentro de zonas viales existentes. No se entiende por que no se completan
las que se pueden completar. Dirán que es que hay partidas para unas pero no
para otras. ¿Que razón torcida impide, entonces, que se concentre la inversión
en un trayecto concreto posible? Es como si lo que importara fuera repartir
contratos y no dar al servicio al menos uno de los componentes de la cacareada
malla vial del Valle. Razón tiene el Gobernador en estar preocupado al
respecto, y oportunos los informes de la prensa pero desafortunadamente no
profundizaron en el asunto.
Para peor de males la prolongación de
la doble calzada a Cartago se aplazó nuevamente, y la parte ya “terminada” no
lo esta en absoluto. De Buga a La Paila se dejaron intempestivos tramos de una
sola pista, con carriles de sentido opuesto, cada vez que la vía pasa al lado
de un pueblo o ciudad. Su señalización es muchas veces excesiva y confusa o
insuficiente y contradictoria. Sus puentes casi nunca cuentan con su respectiva
berma (la palabra correcta es arcén). La distancia que hay entre sus teléfonos de socorro es
excesiva. Hay una sensible diferencia entre su optimo trazado Buga Tuluá con el
de Tuluá La Paila, lleno de curvas peligrosas. Para no hablar de que no existe
que se sepa ningún intento de ir cerrando esta vía para impedir que por ella
circulen toda clase de vehículos, animales y personas por cualquier parte con
peligro para todos.
¿Cuando aprenderemos que es mucho
mejor acabar bien un solo proyecto que iniciar muchos pero dejarlos inconclusos
o mal terminados? ¿Cuánto nos cuestan las obras abandonadas por el Estado?
Debería haber una Ley que impida que se acometan nuevos trabajos antes de que
sean terminados los anteriores. El mejor ejemplo de lo peor de este despilfarro
sistemático es La Recta: todavía no se completa el puente para conectarla con
la carretera a Rozo pero en cambio ya se va a terminar un segundo puente en la
desviación al aeropuerto, pese a que allí no hay sino un pequeño e inútil tramo
de su doble calzada, eso si ya debidamente señalizado. Esta vía, que es la que
en el país mas fácilmente se habría podido convertir en una verdadera
autopista, pues fue la primera que se trazó y construyó totalmente nueva, cada
día está mas inconclusa y tugurizada.
Comentarios
Publicar un comentario