En estos territorios de montañas,
precarios caminos y correntosos ríos, el atajo fue en el pasado una solución
ineludible pero lamentablemente nos llevo a la costumbre de lo regular e
improvisado. Ante las muchas dificultades que aquí siempre han existido para
hacer las cosas bien, económicas, sociales, políticas y sobre todo culturales,
optamos por improvisar y recortar haciendo aparecer como buenas cosas regulares
o, con frecuencia, malas. O que no han sido probadas, y si lo han sido lo
olvidamos pronto o preferimos no recordarlo. Como con la ampliación al sur de
la Avenida de Circunvalación, en Cali, condenada a derrumbarse cada vez que
llueva duro. O el “anillo central”, que detonó el deterioro el centro y produjo
la Calle Quinta, pero que solo ahora, cuando desaparezcan sus árboles,
descubriremos que es la mas fea del país.
Es el caso también, y
hay que insistir, de la “Falla vial del Valle”: una docena de puentes
terminados, entre ellos tres grandes y costosísimos sobre el Rió Cauca, que no
se pueden usar pues no tienen carreteras que conduzcan a ellos; y muchos
kilómetros de pavimento ya listo, con señalización y todo, por los que no se
puede circular pues faltan puentes o simples alcantarillas. Pero en lugar de
terminar algún trayecto útil, Buga–Palmira, por ejemplo, se continúan haciendo
puentes sin carreteras y carreteras sin puentes, como si nada, con la disculpa
de que es que no se han podido comprar los predios necesarios para
completarlas. A nadie le da vergüenza, nadie renuncia y en los periódicos
vuelven a sacar las mismas infografías en las que se muestra lo estupenda que
seria la “Falla vial del Valle” si fuera verdad.
O el MIO, del que algunos todavía
insisten en que es un proyecto de ciudad y que será la salvación de Cali,
cuando los andenes del tramo ya construido tienen muchos errores y ni siquiera
están completos. Ignoran que una ciudad son sus calles y que en estas lo
primordial son los andenes por los que, dicho sea de paso, la gente va a tomar
los buses de su sistema de transporte colectivo. En lugar de adquirir primero
los predios y tener los planos completos, se abrió un licitación tan
improvisada que algunas firmas serias se abstuvieron de participar. Y se
continua pensando el MIO como si fuera el único elemento del sistema de
transporte urbano de la ciudad cuando apenas es uno de sus componentes
públicos; el otro son precisamente los andenes. Para no hablar de nuevo del
tren ligero que no se aplazo sino que torpemente se descarto.
Y están los “policías acostados” que
se continúan construyendo en todas las calles de la ciudad por docenas dizque
para reducir la velocidad de los carros pese a que por muchas de ellas no se
puede ir rápido pues están llenas de huecos que nunca se tapan. Y, como si
fuera a propósito, se ponen justo antes de ellos, ocultándolos. Difícil
entender por que se diseñan y construyen vías para trafico rápido (rectas,
continuas, con varios carriles amplios y con pendientes mínimas) si después hay
que llenarlas de reductores de velocidad para volverlas lentas. Y menos se
entiende porque en lugar de poner “policías acostados”, si es que hay que
ponerlos, no se hacen en cambio “pasos pompeyanos” en las esquinas, que sirvan
para que los carros se detengan allí y los peatones puedan cruzar por ellos con
mayor seguridad y orden.
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