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No es suficiente. 20.12.2007


En uno de los eventos organizados hace poco por la Escuela de arquitectura de la Universidad del Valle para celebrar sus 60 años -y al que el nuevo alcalde de Cali ha debido asistir-, Sergio Fajardo habló de la importancia de los colegios y bibliotecas construidos por su administración en Medellín (siguiendo el ejemplo de Peñalosa en Bogotá). Pero, lamentablemente, dejo saber que su arquitectura se la dejó a los arquitectos por no saber de eso. Fatal error. ¿Que tal que el faraón Zoser no hubiera sabido que lo que pretendía hacer Himhotep en Sakkara era la primera pirámide? Y desde luego Thomas Krens, director del museo Guggenheim, sabía muy bien que se traía Frank Gehry entre manos, y por eso convenció a las autoridades de Bilbao de escogerlo a dedo.
Fajardo se justificó destacando que todos los proyectos han sido por concurso, lo que está muy bien y es ejemplo para Cali, mas no todo lo construido en Medellín es bueno para la ciudad. Sin embargo, la responsabilidad no es de los arquitectos, que los hay muy buenos en el país, si no de los malos jurados, que aquí hoy se conforman burocráticamente, y de la equivocada organización de los concursos. Pero sobre todo es evidente la falta de asesores en temas urbanos y arquitectónicos en nuestras alcaldías, como lo fue Oriol Bohigas en la de Pasqual Maragall, quien continuó las iniciativas de Narcís Serna para trasformar a Barcelona con el pretexto de las Olimpiadas. O, mejor, de un Arquitecto de la ciudad, como existe en muchas, que vele por la contextualidad de lo nuevo y las pre existencias ambiéntales, presentes en las ciudades, las que siempre son históricas.
No obstante, como lo dijo el famoso arquitecto neoclásico alemán, Karl Friedrich Schinkel (1781-1841), “Lo histórico no es aferrarse tan solo a lo antiguo, o repetirlo; de este modo se acabaría la historia. Actuar históricamente es producir algo nuevo, para continuar así la historia.” (Varios: Teoría de la arquitectura / del Renacimiento a la actualidad, 2003). Que lo nuevo tiene que ser histórico, muy bien lo sabía Pericles y lo entendieron Ictino y Calicrates cuando concibieron el nuevo templo de Palas Atenea en la Acrópolis de Atenas, tan nuevo pero tan viejo que sigue insuperable. Justo por no considerar la historia de la ciudad es que fallan vulgarmente en Medellín algunas de sus nuevas bibliotecas, lo que les dificultará cumplir a cabalidad con su objetivo.
La arquitectura siempre ha sido para el poder, pero ahora debería estar al servicio de los ciudadanos. Sus lideres democráticos tendrían que saber tanta arquitectura como Luis XIV cuando escogió a Charles Le Brum, Louis Le Vau y André Le Notre para transformar el viejo pabellón de caza de Luis XIII en el Castillo de Versalles. Penosamente, con la modernidad la arquitectura se volvió un hueco en la cultura en Colombia, y nuestros concejales y alcaldes recientes apenas están enterándose. Pero no basta con hacer construcciones: su arquitectura tiene que ser la mejor y la pertinente para cada ciudad. Cali precisa tanto de un Alcalde, como de un Arquitecto que le de coherencia a los concursos con los que se deberían seleccionar los proyectos de los muchos edificios y espacios públicos que le faltan.

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