Las
jornadas continuas de trabajo, estudio y prestación de servicios se han venido
generalizando en Cali en las últimas décadas, pero sería muy conveniente que se
las ampliara, racionalizara y coordinara. La demanda de transporte colectivo se
reduciría, lo que es una enorme ventaja por el menor gasto de energía y tiempo,
la mayor utilidad del parque automotor y de la infraestructura vial, y la
considerable disminución de la contaminación ambiental. Aprovechando que la
ciudad cuenta con casi doce horas diarias de luz natural a lo largo de todo el
año, se debería escalonarlas para eliminar las horas pico haciendo mas
eficiente y amable la movilidad urbana y el usufructo de la ciudad. Por otro
lado civilizarían a los ciudadanos al llevarlos a compartir su almuerzo con
otros, ampliándoles su universo político, social y cultural, aquí aun demasiado
centrado en la familia lo que es mas propio de campesinos. Igualmente generan
mas empleo y facilitan que la gente pueda trabajar y estudiar simultáneamente,
lo que cada vez es mas frecuente.
Las escuelas, colegios y universidades podrían, como muchos ya lo hacen,
tener dos jornadas diarias, comenzando mas temprano, lo que les significaría
duplicar su capacidad sin tener que doblar su infraestructura. En la jornada de
la mañana los estudiantes usarían los salones de clase, y por la tarde las
bibliotecas, laboratorios, auditorios e instalaciones deportivas; y los de la
jornada de la tarde justo lo contrario. El comercio tendría horarios
escalonados dependiendo de su tipo. Los supermercados, por ejemplo, mantendrían
su horario extendido pero el comercio especializado se podría concentrar al
caer de la tarde y prolongarse a las primeras horas de la noche. Los bancos
deberían estar abiertos al medio día, que es cuando todos pueden ir a sus
oficinas cuando lo precisen, pues con los cajeros automáticos y el Internet sus
servicios principales están disponibles todo el tiempo. Y lo mismo debería ser
para las oficinas públicas. Y las empresas podrían funcionar con diferentes
jornadas de trabajo, como muchas ya lo hacen, pero coordinadamente.
También seria muy conveniente que
los fines de semana no sean solo los sábados y domingos tradicionales. Unos los
podrían tener de viernes a sábado y otros de domingo a lunes, como muchos ya
los tienen de tres días. Simplemente habría que acabar con la trampa del
salario triple dominical que, como muchas otras “conquistas laborales”, va en
contra de la oferta de empleo y la animación urbana. Racionalizar los horarios
significaría un mejor uso del tiempo y el espacio de la ciudad. Y desde luego
que simplificar el calendario con uno de meses iguales y hora “militar”, sería
mucho mejor para todos y para todo; solo que tiene que ser una iniciativa
internacional. Lo que es extraño es que pese a que hace años hay varias
propuestas muy convincentes, y a que en el pasado ya se han cambiado horarios y
calendarios varias veces, hoy a nadie le importe lo muy beneficioso que sería.
Pero eso si, los acomodamos a gusto. Como los lunes de zapatero o los viernes
culturales o lo de que en martes trece ni te cases ni te embarques; y, claro,
nunca en domingo.
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