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Vida cotidiana. 06.12.2007


Las jornadas continuas de trabajo, estudio y prestación de servicios se han venido generalizando en Cali en las últimas décadas, pero sería muy conveniente que se las ampliara, racionalizara y coordinara. La demanda de transporte colectivo se reduciría, lo que es una enorme ventaja por el menor gasto de energía y tiempo, la mayor utilidad del parque automotor y de la infraestructura vial, y la considerable disminución de la contaminación ambiental. Aprovechando que la ciudad cuenta con casi doce horas diarias de luz natural a lo largo de todo el año, se debería escalonarlas para eliminar las horas pico haciendo mas eficiente y amable la movilidad urbana y el usufructo de la ciudad. Por otro lado civilizarían a los ciudadanos al llevarlos a compartir su almuerzo con otros, ampliándoles su universo político, social y cultural, aquí aun demasiado centrado en la familia lo que es mas propio de campesinos. Igualmente generan mas empleo y facilitan que la gente pueda trabajar y estudiar simultáneamente, lo que cada vez es mas frecuente.
Las escuelas, colegios y universidades podrían, como muchos ya lo hacen, tener dos jornadas diarias, comenzando mas temprano, lo que les significaría duplicar su capacidad sin tener que doblar su infraestructura. En la jornada de la mañana los estudiantes usarían los salones de clase, y por la tarde las bibliotecas, laboratorios, auditorios e instalaciones deportivas; y los de la jornada de la tarde justo lo contrario. El comercio tendría horarios escalonados dependiendo de su tipo. Los supermercados, por ejemplo, mantendrían su horario extendido pero el comercio especializado se podría concentrar al caer de la tarde y prolongarse a las primeras horas de la noche. Los bancos deberían estar abiertos al medio día, que es cuando todos pueden ir a sus oficinas cuando lo precisen, pues con los cajeros automáticos y el Internet sus servicios principales están disponibles todo el tiempo. Y lo mismo debería ser para las oficinas públicas. Y las empresas podrían funcionar con diferentes jornadas de trabajo, como muchas ya lo hacen, pero coordinadamente.
           También seria muy conveniente que los fines de semana no sean solo los sábados y domingos tradicionales. Unos los podrían tener de viernes a sábado y otros de domingo a lunes, como muchos ya los tienen de tres días. Simplemente habría que acabar con la trampa del salario triple dominical que, como muchas otras “conquistas laborales”, va en contra de la oferta de empleo y la animación urbana. Racionalizar los horarios significaría un mejor uso del tiempo y el espacio de la ciudad. Y desde luego que simplificar el calendario con uno de meses iguales y hora “militar”, sería mucho mejor para todos y para todo; solo que tiene que ser una iniciativa internacional. Lo que es extraño es que pese a que hace años hay varias propuestas muy convincentes, y a que en el pasado ya se han cambiado horarios y calendarios varias veces, hoy a nadie le importe lo muy beneficioso que sería. Pero eso si, los acomodamos a gusto. Como los lunes de zapatero o los viernes culturales o lo de que en martes trece ni te cases ni te embarques; y, claro, nunca en domingo.


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