El asunto no es si se debe o no
construir en los alrededores de la Plaza de Toros. Lo es, como, en donde y para
que, pues se trata de un monumento nacional (Resolución 051 del 26 de octubre
de 1994) y la ley lo protege junto con sus alrededores hasta 300 metros pero no
prohíbe su construcción o modificación. Perfectamente se podría levantar en el
costado norte de su parqueadero un edificio (hotel, vivienda u oficinas) eso sí
con un centro comercial abajo y un amplio estacionamiento subterráneo y
público. Y hacer entre ambas construcciones la explanada que tanta falta le
hace al coso de Cañaveralejo para que los aficionados se encuentren antes y
después de las corridas en un espacio adecuado, digno y emocionante y no debajo
de las graderías o en los prados que extrañamente las rodean o, lo que es peor,
entre los carros. Se resolvería, además, el problema de escala que hace que la
Plaza de Toros se perciba como un edificio pequeñísimo.
Desde
luego dicho proyecto deberá ser objeto de un concurso nacional organizado por
la Sociedad Colombiana de Arquitectos, seccional del Valle, y cuyas bases
deberían ser aprobadas por el Consejo de Monumentos Nacionales y Planeación Municipal. Incluso se debería
obligar a los concursantes de afuera de la ciudad a que trabajen asociados con
un arquitecto local para garantizar un mínimo de conocimiento de la misma, y,
claro está, el Jurado calificador deberá estar conformado por reconocidos
conocedores del tema, incluyendo al arquitecto Julián Guerrero, autor del
proyecto de la Plaza de Toros. Sería desde luego a dos vueltas para que puedan
participar muchos proponiendo ideas, en la primera, mientras que en la segunda
se desarrollan los anteproyectos de las mejores propuestas.
De
otro lado, proponer que se destine el área en la que tradicionalmente se instalan
los circos para el gran parque de la ciudad tambien es cuestionable. Desde
luego la urbanización de este gran descampado, que es lo que son hoy los
alrededores de la Plaza de Toros y el Coliseo del Pueblo, deberá considerar
varios parques de barrio pero sin duda es la Base Aérea la destinada a ser el
gran parque de Cali y el Departamento por su tamaño y localización central,
cerca del Terminal de Buses y la Estación. Claro que puede tener otros parques
grandes al norte y sur, pero en este caso sería mas apropiado pensar en
convertir el Club Campestre en parque como probablemente pase pronto en Bogotá
con el Country Club.
Las
ciudades son edificios que conforman calles, plazas y parques, por lo que sus
monumentos no deben estar en la mitad de áreas desocupadas. No tiene sentido
demoler construcciones, como se hizo en el CAM para los Juegos Panamericanos
-que fueron tan negativos para Cali en tanto que artefacto- para conformar
dudosas áreas verdes, en lugar de proteger los cerros y ocuparse de los parques
que para Las Tres Cruces y Cristo Rey se diseñaron con motivo de sus 450 años.
El parqueadero de la Plaza de Toros, cerrado y desocupado durante la mayor
parte del año, no es propiamente un espacio público, pero a muchos asusta que
se haga allí otro esperpento como la ampliación de Cosmocentro, por lo que
prefieren que se deje como está, alegando de buena fe nuestra falta de espacios
libres. No ven que los cerros son nuestro mar y se olvidaron de que los
edificios también pueden ser bellos.
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