Postes de la energía (de toda clase de
tamaños, formas y materiales), para no hablar de las muchas pero inevitables
torres de las líneas de alta tensión, que parecen como racimos de postes y
muchas veces lo son. Postes de los teléfonos (de toda clase de formas, tamaños
y materiales), postes del alumbrado público (uno para cada luminaria y de toda
clase de tamaños, materiales y formas), postes que sostienen transformadores
(de toda clase de materiales, formas y tamaños), postes de los semáforos (de un
solo material y tamaño ¡aleluya!), postecitos de las señales de transito al
lado de los postes de los semáforos, repetidas hasta la nausea, con su respectivo
postecito, por aquello de hacer infinitos contraticos para poder aplicar el CVY
de ha poquitos. Gordos muñones de postes para proteger otros postes (de toda
clase de tamaños, materiales y ¿formas?), postes mas o menos inclinados para
sostener otros postes (de tamaños, formas y materiales iguales o no a los de
los que sostienen), postes (muchos grandísimos, y de toda clase de materiales,
formas y tamaños) para las apabullantes y enormes vallas, postes medianos para
los anuncios medianos y postes pequeños para los pequeños, postes nuevos,
postes sin uso, postes usados, postes caídos, postes abandonados y postes para
anunciar la venta de postes de diferentes tamaños, formas y materiales, más
faltaba. Postes y postes y mas postes incluyendo los llamados “policías
acostados” que son como postes medio enterrados. Cali es una ciudad llena de
postes (de toda clase de tamaños, formas y materiales); postes que invaden los
andenes y el espacio urbano publico; postes que interrumpen el paisaje y la
mirada al cielo y a los cerros; postes que son como una mala maleza mala que
brota por todas partes. Cali es postes, Calipostes.
Como dice alias
Troilo vendedor de periódicos en El Peñón, San Cayetano y San Antonio, en donde
vive desde 1985, y alias Barranquilla, embolador por estos mismos rumbos, y
también habitante del barrio, lo que más les gusta de Cali, como a muchos de
sus ciudadanos anónimos, cuya opinión sobre lo que pueden opinar a nadie le
interesa, son esos parques y calles en los que pueden aun ver en paz gentes, y
perros dice Troilo, y lo que más les molesta son los carros que no respetan al
peatón y los postes que no dejan caminar ni ver. Es que para los que solo
pueden caminar para ir de un lugar a otro, las calles, plazas y parques son su
única (y maravillosa) diversión, cosa que aun no entienden los que insisten en
pensar (?) que las calles son solo para que pasen los carros a los que incluso
se les prohíbe que estacionen en ellas pues dificultan (creen ellos) la
circulación, obligándolos a treparse a los andenes, entre los postes,
infracción que son ellos los primeros en cometer.
Por esos postes que
interrumpen con inaudita agresión, visual y físicamente, el espacio urbano de
la ciudad, va la energía que les permite a los caleños ver por televisión, sin
moverse ni esforzarse, bellas ciudades naturalmente sin postes. ¿Algo tan feo
puede ser progreso? Feos postes y cables que nadie ve, lo que explica por que
tenemos todavía un alcalde que tampoco los puede ver, y que a las autoridades
tampoco les interese ni incumba: ni siquiera los ven; mas vale los compran con
sus respectivas comisiones (de toda clase de tamaños y formas).
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