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Somos demasiados. 15.12.2005


Muy buenas y oportunas las columnas recientes de María Elvira Samper (Cambio) y Clara Sawadski (El País) sobre los niños no deseados. Pero no es solo la pésima vida que le espera a la gran mayoría de ellos, sino también la sobre población del planeta que está llevando a la rápida destrucción irreversible de sus recursos, flora, fauna y paisajes, la que, de seguir así, comprometerá un mejor futuro para todos, y hasta a la especie misma.
Ya somos mas de seis mil millones, la mitad viviendo en ciudades con el gravísimo inconveniente de que su crecimiento masivo y acelerado, como es el caso de Cali, acaba con muchas de ellas. Basta ver a nuestro alrededor y recordar como era hasta hace poco: segura, amable, limpia, ordenada, silenciosa, caminable y bonita. Y era de los caleños, nacidos aquí o no, y no de los recién llegados, no por su condición de desplazados o emigrantes, sino por su comprensible ausencia de identidad con la ciudad y, en la mayoría de los casos, por su total carencia de cultura urbana, la que difícilmente se puede improvisar y tanta falta hace.                                              
Es lamentable la posición machista y legalista de los magistrados que votaron en contra de la despenalización del aborto. Como en el caso de las drogas, que matan muchísimos menos colombianos que el alcohol o la nicotina y, sobre todo, que la guerra en su contra, la retrograda e inútil persecución del aborto causa mas muertes y problemas a la sociedad entera, y no solo a las mujeres directamente implicadas, a las que poco se considera, que si fuera legal.
Es en contra del libre desarrollo de la personalidad consagrado en la Constitución. Que cada uno haga con su cabeza y cuerpo lo que quiera mientras no afecte a los otros, como lo querían los liberales ingleses desde el siglo XIX. Un óvulo fecundado no es aun un “otro”. Son penosos los argumentos fundamentalistas, ignorantes o tramposos de los que llaman asesinato al aborto. Matar a una persona con premeditación y alevosía, es otra cosa pues a un óvulo recién fecundado no se puede considerar un individuo de la especie humana. Hablan de salvar vidas pero pasan por alto hipócritamente las que están condenando a morir en vida ¿o que otra cosa es apenas sobrevivir? Lo dogmático sigue siendo nuestro opio.
Detrás de casi todos los problemas de Cali está su rápida sobre población, buena parte de ella conformada por niños no deseados. Desde la pésima escogencia de sus alcaldes populares hasta la improvisación de su transporte colectivo llamado tramposamente MIO. Desde los edificios innecesariamente altos hasta la carencia de andenes adecuados. Desde la mala calidad de las obras publicas (incluyendo las del MIO) hasta la corrupción que campea por todos lados. Desde su feura, mugre, ruido y desorden hasta su creciente inseguridad.
De ahí la urgencia de un área metropolitana que incluya a Yumbo y Jamundí, e impedir que la ciudad se siga pasando sin a los municipios de Candelaria y Florida, para lo cual habría que fortalecer un Departamento concebido para defender e impulsar la cadena de ciudades que el nuestro presenta lo largo del Rió Cauca, distribuyendo mejor su acelerada sobre población. Pero para esto tendríamos que escoger mejor nuestros Gobernadores. Pero ¿a quien todavía le interesan si ni siquiera nos importa el futuro de los niños no deseados? No nos “toca” la realidad.


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