¿Cómo votar por esos candidatos que lo
primero que hacen para convencernos de que lo hagamos por ellos es afear de
nuevo la ciudad con sus pasacalles mal diseñados, peor colocados, que se tapan
unos a otros y son una distracción peligrosa para los conductores? ¿Cómo
hacerlo si creen que nos engañan con promesas que no podrán cumplir,
afirmaciones tontas y hasta mal redactadas? Pensaran que si los ponen los otros
no les queda mas remedio que también hacerlo ellos, mostrando así su total
falta de carácter, independencia e imaginación. A ninguno se le ha ocurrido
prometer en ellos la prohibición total de los pasacalles en Cali de ser
elegido, exponiendo su preocupante falta de humor. Pero el caso es que la
belleza de la ciudad en la que viven no les preocupa a ellos ni a sus votantes.
Ni su orden, limpieza o silencio. Ni su sostenibilidad, mas faltaba. Solo su
seguridad, de la que todos hablamos pero por la que entendemos cosas bien
distintas. ¿O es que los crecientes problemas medioambientales que ya
enfrentamos no serán también un problema de seguridad?
La única explicación a
que aquí se sigan poniendo pasacalles es que en Cali muchos políticos,
dirigentes, periodistas y electores creen, que no piensan, que la belleza del
espacio urbano público es un lujo del que se puede prescindir; si es que lo
pueden ver pues el único ciego entre ellos no ha sido el recién destituido
alcalde de la ciudad. Al fin y al cabo les enseñaron a tener fe en las cosas
que les dicen pese a que no las ven ni entienden. O sencillamente son parte del
mal gusto que campea en el país. A muchos solo les interesa lo amarillo o lo
rojo del acontecer local pero son indiferentes a nuestro maravilloso verde y al
azul cambiante de nuestros cortos pero peculiares atardeceres. Nada les dice el
reciente blanco de Siloé que la fundación Sidoc, y bajo la dirección de
Vivianne Armitage, le está regalando a Cali y sobre todo a los habitantes del
barrio. Con cada nueva casa blanqueada les están dando lo que mas necesitan:
dignidad, decoro, limpieza, autoestima e identidad. Precisamente lo que le
arrebatan los pasacalles a la ciudad.
Seguimos identificando
lo bello con lo elitista, costoso e inútil, y confundiendo el espacio urbano
público con su dotación. Por ejemplo, las canchas multipropósito que pide
Gonzalo Concha, desde luego muy necesarias, pero de cuya belleza nada dice
creyendo además que pueden ser “espacio público popular”. Olvidamos que este no
puede ser otro que el muy sencillo pero significativo de las calles y plazas de
siempre, y los paseos, alamedas y parques mas recientes. Espacios que deben
poder ser usados libremente por los ciudadanos todos a toda hora y solo para
circular, pasear, mirarse y encontrar. Y parece que nos diera pena decir que
tienen que ser bellos, o, peor, creemos que sobre diseñarlos o llenarlos de
mobiliario o “arte” urbano es embellecerlos. Así, que nos va a importar que los
candidatos los afeen aun mas. Al fin y al cabo muchos votarán de nuevo por
ellos no por lo que puedan hacer por la ciudad sino con su generalizada
candidez o mezquina conveniencia; pero lo peor es la apatía de los que ni
siquiera votan.
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