Tal parece que fue Winston Churchill quien dijo que cada pueblo tiene
el gobierno que se merece. Igualmente se puede concluir que los ciudadanos viven en las
ciudades que cosechan, y lo hacen especialmente mal cuando la informalidad
corre paralela a la ilegalidad, que es lo que sucede cuando la “democracia” es
precaria, ignorante y corrupta, y las manipula, y no el menos malo de los gobiernos como también dijo Churchill, quien pensaba que en los
edificios no únicamente se lleva a cabo la vida ciudadana sino que la
condicionan. De ahí la importancia de
proteger y valorar el patrimonio construido, especialmente su uso y no apenas
su imagen ya desvirtuada groseramente.
De otro lado, la arquitectura es toda la que se construye
a propósito para el ser humano, ya sea vernácula, campesina, popular, culta o,
ahora, profesional, y por supuesto todas hacen parte de la cultura. Pero el
problema surge cuando están revueltas sin considerar su emplazamiento, uso,
construcción, forma y proceso de diseño, aprobación y edificación. Es decir,
sin un plan director único que las ordene tanto en el espacio como en el
tiempo, que no se abandone o se cambie cada pocos años con la elección
“democrática” de sus “dirigentes”. Por eso es mas importante tener mejores
concejales, asesorados por gremios y universidades, que fugaces e improvisados
alcaldes salvadores.
Pero además antes el tiempo transcurría
lentamente para la arquitectura, y aun mas
para la ciudad, y su espacio urbano era pequeño y comprensible para
todos, dando lugar a que los ciudadanos compartieran a lo largo de varias
generaciones un modo de vida, costumbres, conocimientos y grado de
desarrollo: una cultura.
Ahora todo cambia muy rápido, demasiado, ahí si cabria decir, y las
conurbaciones se han extendido sin limites, y, agravando todo, ya no hay unos
pocos ciudadanos sino millones de habitantes que habitan simultáneamente “ciudades” muy diferentes y en “tiempos” muy
distintos. En consecuencia, están mal revueltos y no creativa y productivamente
juntos.
Es el caso típico de Cali, y que ha
generado sus actuales problemas de seguridad, movilidad, caos visual, ruido y
aprovisionamiento futuro de agua, además del deterioro creciente de su paisaje
natural y las amenazas de un sismo o una inundación o los dos juntos. Pero igual
está el deterioro de la imagen colectiva de la ciudad, que sus nuevos
habitantes ya no reconocen, pues han eliminado en el último medio siglo la
mayoría de las edificaciones y espacios urbanos que la conformaban,
dificultando hoy su identificación con ella y por consiguiente su convivencia
en ella. No la habitan junto con los otros armoniosamente sino en contra de
ellos, llegando con frecuencia a la violencia.
En conclusión, difícilmente se pueden
solucionar los problemas del conjunto diverso y cambiante que es
Cali si no se reconoce antes
qué los originó. Una mejor ciudad sin duda generaría mas empleos pero lograrlos
a como de lugar lleva a lo contrario. Mas construcciones no representan mas
ciudad cuando la extienden innecesariamente, ni mas venta de carros mejora la
movilidad sino que congestionan las vías, ni mas puentes agilizan el tránsito
sino que desplazan el trancón. Pero desde luego tener mas policías si disminuye
la inseguridad y brinda nuevos empleos, y por supuesto debería estar activa las
24 horas del día y no sólo el ruido ajeno que generan comercios, bares y
discotecas cuando no hay control.
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