Caminar
es lo más usual para movilizarse en todas las ciudades del mundo (un
desplazamiento con un destino y objetivo definido y que tiene una duración
mayor a tres minutos). En Cali el 32,3 % de sus habitantes camina, mientras que
al transporte público (MÍO, taxis, buses tradicionales y gualas) con apenas el
23,9 %, lo supera el transporte particular en moto, 17,9 %, y en automóvil, 13,4
%, pero en bicicleta sólo se mueve el 5,4 %. El 7,1 % restante poco sale de su
vecindario (Encuesta de Movilidad de Cali 2015, Centro Nacional de Consultoría
y Steer Davies Gleave).
Por
supuesto los que más caminan son los estratos populares, mientras que los que
más usan el automóvil son los altos, y aumenta en la medida en que sube su
nivel socioeconómico. El 40 % de las personas que tienen que hacer un desplazamiento
con algún objetivo en el estrato 1 lo hacen caminando; en el estrato 2 el
porcentaje se reduce al 35 % y en el 3 al 32%. En el estrato 4, el 21 % de los
traslados se hacen a pie; en el 5 baja al 14 % y en el 6 es de apenas el 8 %.
En la zona rural, el 27 % de la gente camina para ir a su destino.
Las
mujeres, 38 %, lo hacen bastante más que los hombres, 28 %. Y los que más
caminan son los niños de los 5 a los 14 años, con el 62 %. Les siguen los adolescentes
y jóvenes entre los 15 y 19 años, 42 %, y los mayores a 75 años, 37 %. El
motivo más frecuente es ir al lugar de estudio, 55 %. Le siguen ir a
recrearse, 52 %, y para hacer compras, 51 %. Los traslados que menos se hacen a
pie es ir a recibir atención médica, 16 %, o a trabajar, 15 %. Los tiempos
promedio de estos desplazamientos son de unos 20 a 25 minutos.
En
conclusión, la tercera parte de los caleños, sobre todo en los estratos bajos,
camina y la mayoría son niños. Y, por otro lado, como lo confirma Carlos
González, especialista en movilidad, la topografía, las distancias relativamente
cortas y el clima favorecen que la gente lo practique en esta ciudad. “En
distancias de cinco kilómetros es normal que la gente camine. También es más
común que la gente lo haga para ir a atender asuntos relacionados con el ocio, y
hay lo que se llama movilidad no obligada” (El País, Cali 05/01/2016).
Si se
pudiera alquilar vivienda cerca al trabajo en lugar de quedar anclado en las
“regaladas”, se podría ir caminando. Pero aunque Cali tiene condiciones para
que la gente camine, no puede hacerlo con seguridad y placer. Como se ha
insistido en esta columna, hay largas barreras urbanas, como la Cl. 5ª, o no
hay andenes o son muy angostos, o invadidos por ventas ambulantes, y los pasos
peatonales no se respetan. Y cada “dueño”
hace con “su” andén lo que se le da la gana: cambia el suelo o pone escalones o
rampas que lo vuelven peligroso o intransitable. Por eso buena parte de los
muertos en accidentes de tránsito son peatones que tienen que caminar por las
calzadas.
La primera vez que
invité a un alcalde a caminar por el Centro fue en 1998 pero ninguno ha
aceptado. Muchos caleños sólo conocen parcialmente la ciudad: del conjunto
cerrado de vivienda al colegio aislado en el sur, al edificio de oficinas, al
centro comercial y al club, movilizándose en distintos carros para evadir el
“pico y placa” y quejándose de los “trancones”. Son los que no les importa la
destrucción del patrimonio de la ciudad y que no entienden que la tercera parte
del presupuesto para vías debería ser para sus andenes, lo que reduciría los
carros, ni que caminar debe ser un placer.
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