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Continuidad. 06.12.2018


  Con lo ya construido hay dos opciones opuestas: demolerlo o reutilizarlo, ya que sólo los monumentos se deben conservar estrictamente como tales. Pero si se demuele al menos se pueden reciclar los escombros y no tirarlos en cualquier parte y usarlos para nuevos agregados y rellenos, y sus elementos como ladrillos o tejas o partes metálicas o de madera por supuesto se pueden reutilizar, conservando o no la pátina que el paso del tiempo les ha agregado.
  Para reutilizar lo construido hay que darle mantenimiento oportuno y periódico, eventualmente restaurar elementos y partes e incluso reconstruirlas. Y necesariamente hay que renovarlo pues en ciudades que crecen tan rápido hay que adaptarlo a las nuevas circunstancias de su entorno, a los nuevos gustos y desde luego a su nuevo uso si es que este cambia, pero igual si es el mismo ya que los usos también evolucionan rápidamente.
  Es lo que en Cali aún muchos no entienden cegados ya sea por la codicia, ignorancia o corrupción. No les cabe en la cabeza las ventajas ambientales, económicas sociales y culturales de conservar el patrimonio construido y que este no sólo es el de interés cultural (los tan mentados pero ignorados Bics) sino todo, o casi todo, lo ya construido. No ven el buen negocio que sería para todos reutilizar todo, como antes se decía que lo eran los negocios buenos: sin perdedores.
  Aquí se celebran las demoliciones hasta el extremo vergonzoso de que si son con explosivos se vuelven espectáculos dominicales públicos, y poco se estimula la reutilización de los edificios y casas existentes, y tampoco la de sus calles, avenidas, plazas y parques, de los que mucho se ha hablado en esta columna debido a sus equivocadas intervenciones. Todo para ‘cambiarles la cara’ (la que suelen dejar peor), o engordar predios que solo se valoran como simple mercancía por su valor de cambio.
  Son muchísimas las casas, y hasta edificios de pocos pisos, sobretodo en los barrios tradicionales de la ciudad, a los que solo se conserva su fachada a manera de un antifaz para ocultar lo que se construye adentro, o el improvisado ‘lote’ para un simple parqueadero ilegal, público o privado, que se deja. En ambos casos por supuesto abusando de la propiedad privada del suelo urbano y del ineficiente control por parte de las Autoridades.
  Por todo esto es bueno que los caleños se informen de la propuesta de un grupo de profesionales, conocedores del tema, y apoyados por la SMP, para la reutilización del abandonado corredor público conformado por el par vial de la 25 y 26 a cuyo centro va la vieja carrilera. Por supuesto considerando sus ventajas ambientales, económicas sociales y culturales, y los nuevos entornos, usos y gustos, reflejados en esa florecida alameda de la que se habló en días pasados aquí (Único, 08/11/2018).
  Es una propuesta que implica demoler casi nada y reutilizar casi todo, conservar los monumentos existentes conservando la pátina del tiempo, reciclar los escombros allí mismo como agregados y rellenos, reutilizar todo lo que se encuentre al paso. Comenzando por reutilizar todos los proyectos existentes y no ignorarlos (demolerlos) y tirarlos a la basura como se ha venido haciendo en Cali últimamente.

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