Con lo ya construido hay
dos opciones opuestas: demolerlo o reutilizarlo, ya que sólo los monumentos se
deben conservar estrictamente como tales. Pero si se demuele al menos se pueden
reciclar los escombros y no tirarlos en cualquier parte y usarlos para nuevos
agregados y rellenos, y sus elementos como ladrillos o tejas o partes metálicas
o de madera por supuesto se pueden reutilizar, conservando o no la pátina que
el paso del tiempo les ha agregado.
Para reutilizar lo
construido hay que darle mantenimiento oportuno y periódico, eventualmente
restaurar elementos y partes e incluso reconstruirlas. Y necesariamente hay que
renovarlo pues en ciudades que crecen tan rápido hay que adaptarlo a las nuevas
circunstancias de su entorno, a los nuevos gustos y desde luego a su nuevo uso
si es que este cambia, pero igual si es el mismo ya que los usos también
evolucionan rápidamente.
Es lo que en Cali aún
muchos no entienden cegados ya sea por la codicia, ignorancia o corrupción. No
les cabe en la cabeza las ventajas ambientales, económicas sociales y
culturales de conservar el patrimonio construido y que este no sólo es el de
interés cultural (los tan mentados pero ignorados Bics) sino todo, o casi todo,
lo ya construido. No ven el buen negocio que sería para todos reutilizar todo,
como antes se decía que lo eran los negocios buenos: sin perdedores.
Aquí se celebran las
demoliciones hasta el extremo vergonzoso de que si son con explosivos se
vuelven espectáculos dominicales públicos, y poco se estimula la reutilización
de los edificios y casas existentes, y tampoco la de sus calles, avenidas,
plazas y parques, de los que mucho se ha hablado en esta columna debido a sus
equivocadas intervenciones. Todo para ‘cambiarles la cara’ (la que suelen dejar
peor), o engordar predios que solo se valoran como simple mercancía por su
valor de cambio.
Son muchísimas las casas, y
hasta edificios de pocos pisos, sobretodo en los barrios tradicionales de la
ciudad, a los que solo se conserva su fachada a manera de un antifaz para
ocultar lo que se construye adentro, o el improvisado ‘lote’ para un simple
parqueadero ilegal, público o privado, que se deja. En ambos casos por supuesto
abusando de la propiedad privada del suelo urbano y del ineficiente control por
parte de las Autoridades.
Por todo esto es bueno que
los caleños se informen de la propuesta de un grupo de profesionales,
conocedores del tema, y apoyados por la SMP, para la reutilización del
abandonado corredor público conformado por el par vial de la 25 y 26 a cuyo
centro va la vieja carrilera. Por supuesto considerando sus ventajas
ambientales, económicas sociales y culturales, y los nuevos entornos, usos y
gustos, reflejados en esa florecida alameda de la que se habló en días pasados
aquí (Único, 08/11/2018).
Es una propuesta que
implica demoler casi nada y reutilizar casi todo, conservar los monumentos
existentes conservando la pátina del tiempo, reciclar los escombros allí mismo
como agregados y rellenos, reutilizar todo lo que se encuentre al paso.
Comenzando por reutilizar todos los proyectos existentes y no ignorarlos
(demolerlos) y tirarlos a la basura como se ha venido haciendo en Cali
últimamente.
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