El Sr. Alberto Furman afirma (Respuesta a columnistas, El País, 26/12/2010), refiriéndose a la columna “El cambio” (23/12/2010), que “Lo pasado pasó”. Verdad de a puño pero que no es el caso de los edificios que construidos en el pasado aun presentes en las ciudades y que además son claves para su futuro, que era a lo que se refería la mentada columna. Y desde luego, como él dice, el problema no es que sean bonitos o no, pero si que formen parte o no de la memoria colectiva de los ciudadanos. El Capitolio Nacional, ya casi con siglo y medio a cuestas, es para la mayoría en Colombia el símbolo de la nación, independientemente de que a muchos les parezca bello, que es muy diferente a bonito, y que algunos lo consideremos uno de los mejores edificios del país. Caso contrario es el de La Ermita, que apenas nos parece bonita a muchos y sin duda es muy discutible su anacrónico “gótico”, pero que es símbolo indiscutible de Cali y por eso un bien de interés cultural que todos debemos defender, igual que la Torre Mudéjar pero casi solo por ser bella.
Dice Furman que el problema es que las edificaciones existentes es que no son funcionales pero casi siempre es posible re funcionalizarlas, como el Panóptico de Bogotá que hace años se convirtió, exitosamente, en nuestro mas importante museo, y que ahora que es imprescindible su ampliación no se lo piensa demoler para construir otro sino que se va a ampliar. Y agrega que no cuentan con zonas verdes, pensando en el urbanismo moderno de edificios exentos en amplias zonas verdes –como Brasilia- en contra de la ciudad tradicional, que es la que cuenta con parques, algo muy distinto a las zonas verdes, y no las edificaciones. Pero el hecho es que es un despropósito ambiental, económico y cultural demoler edificios, que se pueden remodelar, para hacer zonas verdes, y mas en Cali, rodeada de bellas montañas, al lado de un amplísimo y aun también bello valle y con un entrañable río por la mitad. Además, la última y mas avanzada ciudad que se construye en el mundo, ya no moderna –que solo se intentaron unas pocas- si no posmoderna, Abu Dabi, retorna a la espacialidad de las ciudades tradicionales.
Y por supuesto Cartagena o Popayán o Buga, y precisamente por sus cascos históricos, tienen mejor futuro que Cali que demolió el suyo para negociar su suelo. Había comenzado bien su modernización con El Centenario y Versalles que lo rodearon sin tocarlo, pero su rapidísimo crecimiento a mediados del siglo XX, los intereses de los terratenientes urbanos y la falta de control, lamentablemente rebasaron sus diferentes intentos de planificación. Amen de que se implantaron conceptos anglosajones ajenos a nuestra milenaria tradición urbana mediterránea y del oriente, que fue la que trajeron los españoles y que se adaptó rápidamente a nuestros climas y paisajes conformando una tradición. Así, el tener bares, estancos y discotecas junto a la vivienda no es el principal error de Planeación, como termina diciendo Furman, pues aparte de que la mayoría no tienen permiso, su molestia se debe es a su excesivo ruido y congestión. Lo que sí es el principal problema de esta ciudad sin autoridad y de ciudadanos nuevos a los que no se les ha enseñado a convivir con los demás.
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