Muchas “soluciones” a los
problemas de Cali no sirven pues no se adecuan a sus peculiares circunstancias,
lo que los reduciría a unos pocos. Comenzando por su clima, relieve y
vegetación, y por tanto paisajes y biodiversidad; o porque no se considera lo
reciente de su rápido crecimiento, ni sus tradiciones y transculturaciones; y
porque casi todo se mira con una visión estrecha, enredada y miope. Y, para
rematar, no hay un efectivo control posterior de esas supuestas soluciones, y
no se las corrige y actualiza sino que se las cambia o se abandonan a los
cuatro años con cada nuevo Alcalde, toda una diferencia con lo que suele pasar
en otras partes que no “cambian su cara” sino que la mejoran.
Las ciudades,
principalmente norteamericanas y solo a veces europeas, de donde aquí se toman
o imitan ideas, tienen climas y paisajes de estaciones que cambian a lo largo
del año, y suelen ser muy planas. Por lo contrario, el clima de Cali es siempre
tropical, cálido y húmedo, con temporadas secas o de lluvias, pero cualquier
día llueve o hace sol, y es tan bueno (pasa tres veces al día casi todos lo
días por la zona de confort) que la gente se queja con cualquier cambio: que
frío, que calor, que sofoco. Situada al pie de la cordillera, solo una parte de
Cali es plana, y su paisaje de cerros, farallones y cordillera es muy diferente
y envidiable pero para muchos es como si no existiera y ni lo miran ni lo ven.
No se reflexiona sobre lo
que implica el rápido crecimiento de la ciudad, el mayor del mundo, junto con
Saó Paulo, a mediados del siglo XX, ni sus tradiciones iberoamericanas,
ignorando el valor cultural, social y económico de su patrimonio construido
urbano y arquitectónico, ni mucho menos las recientes transculturaciones de la
vulgarización de lo “moderno” y de lo “norteamericano” reducido a la “ciudad
hermana” de Miami. Y está la “mirada” a Bogotá pasando por alto que es fría,
mucho mas grande, y que cuenta con otros recursos y otra gente, la que es de
todas partes, y que se trata de la “capital” del país, y que pese a todo está
cada vez peor pero poco se aprende de sus errores.
En general la visión de
todos aquí sobre los problemas de Cali es muy estrecha en términos espaciales y
temporales, y los documentos al respecto son muy enredados y aunque muy
extensos son muy incompletos, como igualmente la cartografía con la que se
trabaja, por ejemplo reduciendo la ciudad a sus limites municipales e ignorando
su región inmediata: el valle del río Cauca. Y es una mirada tan miope que solo
ve lo que ya está justo en las narices de todos, y eso cuando ya comienza a
oler feo o a ponerse de moda aunque ya este pasado de moda, y su “solución” no satisfaga las
condiciones del problema en cuestión y ni siquiera si este en realidad es tal
ni qué tanto.
Finalmente, no hay un
control efectivo sobre la puesta en práctica de las “soluciones”, y no se las
corrige y actualiza sino que se las cambia por otras, como pasó con el tren
ligero que se cambio por los buses articulados en lugar de que estos fueran su
necesario complemento. Lamentablemente se trata de otro caso de “corrupción de cuello
blanco” que debería llevar a que siempre sea prudente pensar a quienes en
realidad benefician las soluciones supuestamente para todos pero que ignoran
las diferencias que presenta Cali, la ciudad y sus ciudadanos. Los que,
precisamente, aún no lo son, y que es posiblemente la mas importante diferencia
ya que dejan las soluciones en manos de politiqueros.
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