Considerando el imperativo
actual de buscar una arquitectura sostenible, es decir, primero que todo de
acuerdo con el clima, vegetación y relieve del sitio, y respetuosa del lugar en
tanto parte de una memoria colectiva, hay que estudiar a Frank Lloyd Wright. Un
maestro cuya arquitectura precisamente trasforma sitios en un lugares, como en
la gran mayoría de sus muchas casas en Estados Unidos, desde la primera que
proyecto para él en Oak Park, en 1889, en Chicago, que se suma discretamente a
un lugar junto con las otras que levantó o intervino allí, hasta la última,
Taliesin West, en Arizona, de 1937, donde casi basta con ver sus fotografías, e
imaginarse el desierto sin la casa.
Y lo mismo hay
que decir de muchos de sus más conocidos edificios. El Templo Unitario en Oak
Park, 1908, tan austero y respetuoso del existente edificio de correos al otro
lado de la calle, completando un lugar, es en su un interior un cálido ambiente
lleno de luz. La Casa de la cascada, 1937, que es más que una vivienda, la que
hay que visitar para ver como convierte un paraje en todo un lugar, es decir
que es arquitectura orgánica y no funcionalista como se muestra en las
conocidas fotos desde un ángulo al que hay que desplazarse para poder
enfocarlo. El Museo Guggenheim en Nueva York, 1959, son dos de las mas
entrañables esquinas de ciudad alguna en el mundo. Y Marin Civic Center es
sitio y lugar.
Se trata de esa
maravillosa y precursora arquitectura en Estados Unidos que, como señala Tom
Wolfe en su From Bauhaus to Our House, 1981, que comenzó a ser ignorado por
culpa de la oleada de muy buenos arquitectos europeos que llegó huyendo de
Hitler e impuso un funcionalismo moderno que a partir de la exposición de
arquitectura europea y americana en el MoMA en 1932, organizada por Henry-Russell Hitchcock y Philip
Johnson, se volvió esa arquitectura internacional que se extendió,
ya vulgarizada, por todas partes ignorando sitios y lugares. Influencia que fue
fatal en ciudades con climas sin estaciones y al lado de altas montañas, como
es el caso de muchas ciudades andinas.
El caso es que
“Wright is right” como repite la fotógrafo Sylvia Patiño, pero no para
tontamente copiarlo sino para inspirarse en su independencia de las vanguardias
impuestas. Y ahora aun mas que no pasan de ser frívolas modas difundidas por
revistas pagadas por las estrellas internacionales del espectáculo
arquitectónico y los que en países tan dependientes culturalmente como Colombia
los imitan en sus capitales, y los que a su vez los copian burdamente en las
provincias ignorando la pertinente arquitectura regionalista y crítica que
suele haber en todas partes y que algunos estudiosos del tema han identificado
y procedido a su valoración en tanto prototipos a criticar que no modelos para
copiar.
Y por eso es
que junto a Wright hay que estudiar a Rogelio Salmona, y de la mano de Germán
Téllez, Rogelio Salmona/Obra completa 1959/2005, 2006, lo que poco se hace en
este país en donde no se valora lo propio a menos de que ya lo haya sido
afuera, y eso que las Torres del Parque en Bogotá, 1970, es un conjunto de
vivienda que después de medio siglo sigue sin igual en el mundo, y el Centro
cultural GGM en la Candelaria, 2003, es un ejemplo de cómo intervenir en un
lugar de interés patrimonial sin caer en un pastiche, y la Casa de los
huéspedes de Colombia en Cartagena, 1981, es todo un ejemplo de arquitectura
respetuosa del lugar y de acuerdo con el clima, vegetación y relieve del sitio.
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