Hacer obras públicas por valorización es sin duda pertinente pero
lo que no siempre es acertado es cómo se define qué se valoriza y a quienes se
beneficia. Y por supuesto habría que incluir otro equipamiento urbano, como
parques, escuelas o puestos de policía. En pocas palabras lo sensato es que
todas las obras públicas a realizar en la ciudad deberían, al menos en parte,
ser realizadas por valorización. El asunto es, pues, a quiénes se cobra el
impuesto y cuánto se les cobra, y sobre todo no cobrarlo antes para no hacer
nada después; es decir, toda una estafa, como sucedió en Cali con las
ridículamente llamadas “megaobras”, varias sin comenzar y ninguna concluida.
Hacer andenes beneficia a
los peatones, que son todos los habitantes de la ciudad, incluyendo alcaldes y
concejales, considerando que muchos caminan por las calles para acceder al
transporte público o simplemente para llegar a donde van, y que los que no
caminan por la ciudad se animarían a hacer lo que justamente van a gozar en
otras ciudades de turismo o vacaciones. Y si están arborizados benefician a
todas las construcciones vecinas; y en San Antonio, en donde sí no deben tener
arboles considerando su contexto arquitectónico, ampliar sus andenes
solucionaría varios de los problemas del barrio originados por el
estacionamiento en sus estrechas calle, y en el Centro mismo, con tantos
peatones, mucho más.
Por lo contrario hacer solo
vías solo beneficia casi siempre sólo los que las usan y por lo contrario
desvaloriza las propiedades adyacentes por el ruido y la contaminación que
generarán; y mucho más si se hacen sin andenes, como ha pasado en Cali, una
ciudad sin andenes pero con culatas. Y los pasos elevados además invaden la
privacidad de las viviendas adyacentes, tapan las visuales y hasta acaban con
el comercio de los primeros pisos; por
eso es que hace años en muchas partes se eliminan los Metros elevados pasando
por las áreas urbanas, como el que pretenden hacer en Bogotá y ya se hizo en
Medellín, pues en este país se insiste en ir a la saga en todo lo urbano
arquitectónico.
Y ampliar las calles
demoliendo sí que desvaloriza la ciudad toda al alterar su imagen colectiva y
llenarla de culatas y lotes abandonados. Aunque desde luego hay excepciones,
por ejemplo lo sería un acertado corredor vial a lo largo de la actual vía
férrea, que atraviesa y divide de norte a sur a Cali, que beneficiaria a toda
la ciudad, a la que uniría en los dos sentidos, y por supuesto a las
propiedades adyacentes, pero también a su área metropolitana de hecho, sobre
todo si va acompañado de la alameda mas larga, ancha y colorida del mundo, y
además, precisamente, sin tener que demoler ni adquirir casi nada a todo lo
largo de sus dos costados, lo que poco interesa a los contratistas corruptos.
Lo pertinente es valorar la
valorización, no estar a favor o en contra, sino analizar a quiénes y cómo los
favorece, o desfavorece. Además calcular que tanto cobrar no simplemente por la
distancia a la obra a realizar; por ejemplo los que están mas apartados de un
nuevo puente deberían pagar menos, justamente por eso, y por lo contrario
habría que compensar a los que están justo a su lado afectándolos
negativamente. En conclusión, es equivocado confundir la necesidad de una obra,
como podría ser el caso de la ampliación y regularización de la Avenida Cañas
gordas, con la manera arbitraria y corrupta de distribuir el cobro del impuesto
de valorización, allí y en el resto de la ciudad.
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