La misma historia de cada
año nuevo, las mismas amenazas, las mismas noticias, la misma corrupción, la
misma violencia, la misma politiquería y poco de política, la misma
inseguridad, la misma economía, los mismos problemas sociales y las mismas
mentiras y esperanzas en lugar de propósitos serios y colectivos. Es
inaplazable, como todos los años y por eso hay que insistir tanto, buscar e
identificar políticos que se ocupen también de la polis y no apenas de lo que
sucede en ella, conscientes de sus muchas interrelaciones, que son lo más
importante, pero que poco ven ellos ni, preocupantemente, la mayoría de sus
electores o que no les importa pensando (mal) solo en el dinero.
Una mejor ciudad, en tanto
artefacto en el que se lleva a cabo la vida toda de todos sus ciudadanos,
depende de que se hagan respetar las normas urbanas y arquitectónicas sobre los
usos del suelo (del primero al último piso), paramentos, retrocesos, alturas,
aislamientos, fachadas y demás. El problema es que las que hay son obsoletas,
contradictorias, inapropiadas, imposibles de cumplir o que se anulan entre sí;
y que no hay suficiente control, principiando por que la ocupación de la ciudad
real rebasa por mucho su área municipal oficial, por la que no se tiene
autoridad sobre su área metropolitana de hecho ni mucho menos sobre su región
inmediata; su hinterland o sea, su zona de influencia terrestre.
Los caleños tendrían una
mejor calidad de vida comenzando por que entiendan que, en tanto peatones,
siempre y en todas partes tienen prelación pero que deben caminar sólo por los
andenes y cruzar sólo por las esquinas por los pasos pompeyanos, o cuando lo
indique el semáforo, o atentos a la circulación de los vehículos en un paso
peatonal demarcado o sencillamente en cualquier esquina de las calles de
cualquier barrio. El problema es que los andenes en Cali son insuficientes o no
los hay o están llenos de obstáculos, y que los atarvanes motorizados no
respetan los pasos pompeyanos, además de que no hay suficientes semáforos ni
están sincronizados, o no tienen tiempos para los peatones.
Una mejor movilidad en la
ciudad se basa, hay que insistir, en un transporte integrado y público y con
suficientes frecuencias, que sume al tren de cercanías los buses biarticulados,
articulados y comunes, incluyendo todos los que no se han chatarrizado y estén
en buenas condiciones, y que se agreguen los taxis y se legalicen los piratas.
El problema es que no hay una autoridad municipal y única que maneje toda la movilidad
en la ciudad, hoy dependiente de empresas privadas, y que sus usuarios, que son
peatones al inicio y al final, tengan andenes por donde caminar con seguridad,
eficiencia, comodidad y satisfacción, igual que los que se suben o bajan de
vehículos particulares.
Para terminar, lo que
concierne a seguridad y ruido es lo más difícil de solucionar, aunque sólo se
necesitaría que Temis, con los ojos vendados, la balanza en su mano derecha y
la espada en la izquierda, imparta justicia; y que Harpócrates, con el dedo de
su mano derecha en la boca, imponga silencio a los caleños. El problema es que
son solo dioses, que como todos son un puro cuento y ni siquiera chino, y que
mientras reine la corrupción y la violencia debidas a la prohibición inútil del
narcotráfico seguirán, al tiempo que la atención a los drogadictos se dificulta
pues no se puede atender como un problema de salud publica, como lo es
igualmente el ruido a todas horas y en todas partes.
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