Lo dicho por Marcel Duchamp a principios del siglo
XX, en el sentido de que la voluntad del artista es lo que vuelve arte su obra
(como su famoso orinal presentado, horizontalmente, como una fuente), dio
inició al arte conceptual moderno. Y ahora legitima el arte actual, el que
puede ser casi cualquier cosa. Pero un asunto muy distinto es que los artistas
puedan poner sus obras en cualquier parte en el espacio urbano público, y menos
aun sin acatar normas ni autorizaciones municipales. ¿Será que a esos políticos
y funcionarios públicos y privados que se creen por encima de la ley, tendremos
que agregar a algunos artistas que, igual que los atrabiliarios que trepan sus
carros a los andenes, creen que pueden pintar o poner sus esculturas en donde
se les ocurra, como si fueran grafiteros anónimos?
Tal
parece que es el caso de la “hormiga” puesta en el parque de El Peñón, en cualquier parte y de cualquier manera, y
sin el debido permiso otorgado por la Subdirección de
Ordenamiento Urbanístico del Departamento Administrativo de Planeación
Municipal. La solicitud fue negada siguiendo las
recomendaciones del Comité de Patrimonio del Municipio pues el parque es parte
del área de influencia del Colegio de la Sagrada Familia, Bien de Interés
Cultural del Municipio. El Comité, considerando que el parque no cuenta con
espacios previstos para esculturas, y que el permiso para una haría difícil
negar otros, con lo que se correría el riesgo de llenarlo de objetos que
dificultarían su uso diario y sobre todo sus concurridos eventos dominicales,
sugirió que se buscaran en la ciudad otros sitios mas apropiados.
El
problema, pues, no es la cualidad de obra de arte de la escultura en si ni su
valor artístico, sino que hay respetar la Ley.
Por eso extraña la sorprendente reacción del autor de la “hormiga”, que
no contento en ponerla sin permiso, elevó una queja a la Procuraría Nacional
cuando fue retirada por parte del Municipio siguiendo lo dispuesto al respecto
como era su deber. Y es lamentable que un periódico que se supone serio, como
El Tiempo, le haga eco a semejante
despropósito, como si les interesara mas el “espectáculo” de la noticia que el
despropósito del hecho (14/07/2012. p. 22). Si ese es el comportamiento de
personas que son educadas y respetuosas de la Ley, como deben serlo los
periodistas, que se puede esperar de los que no lo son, como los que
pintarrajean paredes con consignas ignorantes.
El espacio urbano
público, compuesto por calles, avenidas, plazas, parques y zonas verdes, está
reglamentado por diferentes normas que buscan su mejor uso para beneficio de
todos los ciudadanos, cuyo cumplimiento deben vigilar las autoridades
competentes. Pero mas allá de las normas, es un asunto cultural, y en una
ciudad como Cali, es multicultural. De ahí que debamos ser tan cautelosos con
todo lo que hacemos en él. Comprender las diversas implicaciones,
definitivamente sutiles, cuando se trata de una obra que unos pueden considerar
como arte pero otros no y tienen que aguantársela en su sencillo parque de
barrio, no debería ser tan difícil. Pero basta pensar que en nuestras ciudades
muchos ciudadanos consideran licito invadir los andenes y antejardines, con carros,
motos, talleres, casetas, mesas o lo que sea.
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