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El espacio urbano público. 09.08.2012


Lo dicho por Marcel Duchamp a principios del siglo XX, en el sentido de que la voluntad del artista es lo que vuelve arte su obra (como su famoso orinal presentado, horizontalmente, como una fuente), dio inició al arte conceptual moderno. Y ahora legitima el arte actual, el que puede ser casi cualquier cosa. Pero un asunto muy distinto es que los artistas puedan poner sus obras en cualquier parte en el espacio urbano público, y menos aun sin acatar normas ni autorizaciones municipales. ¿Será que a esos políticos y funcionarios públicos y privados que se creen por encima de la ley, tendremos que agregar a algunos artistas que, igual que los atrabiliarios que trepan sus carros a los andenes, creen que pueden pintar o poner sus esculturas en donde se les ocurra, como si fueran grafiteros anónimos?
            Tal parece que es el caso de la “hormiga” puesta en el parque de El Peñón,  en cualquier parte y de cualquier manera, y sin el debido permiso otorgado por la Subdirección de Ordenamiento Urbanístico del Departamento Administrativo de Planeación Municipal. La solicitud fue negada siguiendo las recomendaciones del Comité de Patrimonio del Municipio pues el parque es parte del área de influencia del Colegio de la Sagrada Familia, Bien de Interés Cultural del Municipio. El Comité, considerando que el parque no cuenta con espacios previstos para esculturas, y que el permiso para una haría difícil negar otros, con lo que se correría el riesgo de llenarlo de objetos que dificultarían su uso diario y sobre todo sus concurridos eventos dominicales, sugirió que se buscaran en la ciudad otros sitios mas apropiados.
            El problema, pues, no es la cualidad de obra de arte de la escultura en si ni su valor artístico, sino que hay respetar la Ley.  Por eso extraña la sorprendente reacción del autor de la “hormiga”, que no contento en ponerla sin permiso, elevó una queja a la Procuraría Nacional cuando fue retirada por parte del Municipio siguiendo lo dispuesto al respecto como era su deber. Y es lamentable que un periódico que se supone serio, como El Tiempo,  le haga eco a semejante despropósito, como si les interesara mas el “espectáculo” de la noticia que el despropósito del hecho (14/07/2012. p. 22). Si ese es el comportamiento de personas que son educadas y respetuosas de la Ley, como deben serlo los periodistas, que se puede esperar de los que no lo son, como los que pintarrajean paredes con consignas ignorantes.
            El espacio urbano público, compuesto por calles, avenidas, plazas, parques y zonas verdes, está reglamentado por diferentes normas que buscan su mejor uso para beneficio de todos los ciudadanos, cuyo cumplimiento deben vigilar las autoridades competentes. Pero mas allá de las normas, es un asunto cultural, y en una ciudad como Cali, es multicultural. De ahí que debamos ser tan cautelosos con todo lo que hacemos en él. Comprender las diversas implicaciones, definitivamente sutiles, cuando se trata de una obra que unos pueden considerar como arte pero otros no y tienen que aguantársela en su sencillo parque de barrio, no debería ser tan difícil. Pero basta pensar que en nuestras ciudades muchos ciudadanos consideran licito invadir los andenes y antejardines, con carros, motos, talleres, casetas, mesas o lo que sea.

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