Hace mas de cinco años la famosa y muy discutible arquitecta de
moda, Zaha Hadid, ganó el concurso para el diseño de la Biblioteca Central de
la Universidad de Sevilla, España (ver:
http://www.google.com.co/images?hl=es&q=zaha+hadid.+biblioteca+universidad+de+sevilla&gbv=2&gs_l=hp.1.0.0i13i30.2597.15500.0.20051.41.41.0.0.0.0.255.5807.0j32j3.35.0...0.0...1c.l3ih4N1vgbw&sa=X&oi=image_result_group). La obra comenzó en 2008 en El Prado de San Sebastian, entre el Rectorado y el
Campus de la Universidad. Pero al año siguiente debió paralizarse por afectar
el correcto desarrollo y espíritu del parque, según la demanda interpuesta por
los vecinos del sector en el Tribunal Superior de Justicia de Andalucía, lo que
era mas que evidente solo viendo las perspectivas del proyecto, y en 2012 se
paralizó definitivamente.
Pero además el Tribunal encontró que
se trataba de un desarrollo completamente por fuera de las normas, y pese a que
la Universidad pidió que al menos se mantuvieran los estacionamientos
subterráneos, la sentencia determinó la nulidad de la licencia de obra y de la
concesión de los terrenos, y ha señalado la responsabilidad que le cabe en el
asunto a la Junta de Andalucía, el Ayuntamiento de Sevilla y la Universidad de
Sevilla. En consecuencia, ha ordenado la demolición completa de lo ya
construido, así como la restitución del terreno a su situación anterior,
incluyendo re plantar árboles (ya grandes se supone) y la re instalación del
mobiliario eliminado. Según el Tribunal, la construcción del edificio fue
realizada fuera del ordenamiento jurídico y por lo tanto no se puede alegar ni
justificar nada.
En conclusión, pese a que es un
error que ha causado el despilfarro de recursos, tiempo, materiales y mano de
obra, afectando los fondos de una institución dedicada a la enseñanza, la Ley
es la Ley. Por su violación tendrán
pagar todos los responsables, incluyendo los que propiciaron el concurso, a los
que no se les debería haber escapado el “espíritu" del parque”, tan
evidente que fue lo que motivo a los vecinos. Toda una lección para nuestras
ciudades, en las que las normas se suelen acomodar a los grandes proyectos
oficiales y privados y no al contrario, y en las que raramente se ordena
demoler lo indebidamente construido, limitándose las Autoridades a cursar
oficios y poner multas, que con frecuencia no se pagan o son ridículas, y
guardan silencio mientras las obras continúan.
En
el Parque del Bicentenario en Bogotá, por ejemplo, que debió ser un concurso,
se ignoró su espirito y hasta su nombre anterior, cubriendo lo existente y
dejando “enterrado” al Mambo, y nada tiene que ver con las escalinatas de
la 25 ni el re diseño que había
realizaddo Rogelio Salmona, ni con las Torres del Parque, BIC nacional. O en
Cali, la remodelación del Estadio Pascual Guerrero al ignorar normas y mantener
allí su mas importante escenario deportivo, paralizando periódicamente el
trafico de su principal vía y haciendo ruidosos espectáculos nocturnos. Y en el
caso de la “hormiga”, una escultura puesta sin autorización en el Parque del
Peñón, será la Procuraduría la que dirá si una “protesta pacifica esperando
la intervención por parte del estado para llegar a un acuerdo” como alega su
autor, lo autorizaba a violar la Ley.
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