Hay que lograr que mas ciudadanos sean tales y escojan bien nuestro próximo presidente (y vicepresidente). Que en la primera vuelta voten por un candidato que comprenda que nuestros problemas actuales están principalmente en las ciudades, pues allí habitamos cerca del 80% de los colombianos. Incluso las FARC, que se esconden en sus deshabitadas cordilleras y lejanas selvas fronterizas y se financian con el trafico drogas, secuestros y extorsiones, pues su terrorismo golpea es a las ciudades y también amenazan sus comunicaciones y abastecimiento eléctrico, de agua potable y comida, y desestimulan la creación de nuevas fuentes de trabajo.
Pero que entienda que el mayor inconveniente de nuestras ciudades es la generalizada falta de cultura urbana de sus habitantes, y que por eso venden sus votos. No sabemos como usarlas ni como disfrutarlas a fondo y sanamente, pues vinimos del campo hace apenas medio siglo y nadie nos ha enseñado a hacerlo, ni a no discriminar negros, mujeres y homosexuales. No sabemos vivir sin molestar con nuestro ruido, gusto y comportamiento, y todo lo tugurizamos, dañamos y afeamos. Y ni hablar de la seguridad en unas ciudades y carreteras en donde los accidentes de transito matan mucho mas que la delincuencia común pues ni siquiera sabemos manejar.
Además aquí lo mafioso penetró todo, hasta el (mal) gusto, y además casi todo es ilegal. Desde las FARC y los que matan, atracan y roban, hasta la compraventa de votos, el descarado desfalco al erario y los que son corruptos, hacen trampa o vandalizan los bienes públicos, pasando por la mayoría de las construcciones en las ciudades y los que se pasan el semáforo en rojo, circulan en contravía y estacionan en los andenes (incluyendo lamentablemente a la Policía). En cambio perseguimos el consumo de drogas cuando sería mucho mas efectivo y económico controlarlo logrando que los adictos dejen de ser a la vez criminales que inducen mas crimen.
Por eso nuestras relaciones internacionales deberían enfocarse mas que en el narcotráfico, en profundizar los lazos que históricamente tenemos con nuestros vecinos, principalmente Venezuela, Ecuador y Panamá, aun cuando sea unilateralmente pero con conocimientos y carácter. Nos unen climas, paisajes, productos y necesidades, y nos son comunes tradiciones, lengua, gentes y ciudades. Y ya como bloque respetable, ahí sí enfrentar, con mas posibilidades de éxito, la inevitable globalización que se nos vino encima, incluyendo el consumo de drogas en Estados Unidos, Europa y Japón, en donde se lo está despenalizando cada vez mas.
Pero si no le paramos bolas a tiempo al ya evidente cambio climático no servirá de mucho votar por un candidato con un programa urbano, culto, legal y grancolombiano y sin rabo de paja; también tiene que ser verde. Es tan perentorio el control del crecimiento de la población y sus prácticas consumistas, como imponer la protección efectiva de la fauna y flora de esta subregión andina y caribeña que constituye nuestro trópico húmedo, si queremos que nuestros descendientes sigan viviendo en él y de él, pues no hay posibilidades reales de hacerlo por fuera de este planeta, cada vez mas solo, pequeño y vulnerable. Un cielo que convertimos en infierno.
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