En apenas veintiséis años mas Cali cumplirá quinientos años de fundada, Colombia ya tiene doscientos de vida republicana, el Departamento del Valle cien, y El País va a cumplir sesenta. Es decir que este periódico prácticamente ha acompañado a la ciudad actual, la que precisamente se inicia cuando fue designada como capital del nuevo departamento creado en 1910. Su contenido es un imprescindible documento histórico de primera mano de una ciudad que en este lapso multiplicó por diez sus habitantes. Allí están, con fotos y todo, sus noticias y la opinión de editores, columnistas y lectores sobre las mismas. Incluso hace diez años tiene esta columna, cuyo tema es Cali, las ciudades y la arquitectura, como la tienen importantes periódicos como El País de Madrid o el Excelsior de Ciudad de México, y asuntos de los que regularmente se ocupan revistas como The Economist o Time, y que fue iniciativa de Francisco José Lloreda. Las ciudades suelen tener “su” periódico, y el de Cali ha sido en el último medio siglo El País, uno de los mas reconocidos diarios nacionales.
Y de ahí la gran importancia de esas secciones del periódico como Hace 50 años, pues son mucho mas que puramente anecdóticas, y por eso mismo deberían ser mas amplias y comentadas. Además habría que confrontarlas con la ciudad actual y sus edificios, en tanto que artefactos, cuya historia se hace enfrente de ellos mismos (Argan, La Historia del Arte como Historia de la Ciudad, 1983), por lo que no se corre el peligro de que no sea cierta, como advertía Tolstói de la historia de los hechos. Así podemos analizar su presente, y no apenas su pasado, para poder pensar mejor su futuro. No descartar, por ejemplo, lo que en Cali aun no han demolido de su valioso patrimonio construido -el que nos recuerdan con frecuencia las secciones del periódico mencionadas-, como algo apenas nostálgico, ya pasado de moda o viejo. Creerlo así nos ha llevado a seguir destruyendo contextos urbanos en lugar de construir ciudad, en un proceso inverso al que las origino, y de ahí que paradójicamente seamos cada vez un asentamiento urbano mucho mas grande pero cada vez menos ciudad.
Por eso es tan necesario que concejales y alcaldes sean cultos y sensibles a la belleza de las ciudades y conocedores de su historia, y tan importante elegirlos por sus compromisos y propuestas, como poderlos quitar cuando ya no son convenientes (Popper, La sociedad abierta y sus enemigos, 1945), por lo que no debería atemorizarnos su reelección seguida pues sin duda los malos no serian reelegidos, y que por lo contrario esta sería conveniente como se ha demostrado en tantas partes. Y en este proceso democrático juegan un crucial papel los periódicos pues la democracia es imposible sin la información oportuna, transparente y razonada que pueden difundir en las ciudades y que tanto contribuye al buen gobierno. Al fin y al cabo ciudad y democracia tienen un origen común en la Grecia clásica y en la Edad Media se decía que su aire liberaba, de la misma manera que el Renacimiento lo es de las ciudades y la revolución Francesa fue un levantamiento urbano. Es imposible pensar las democracias modernas sin las ciudades y sus periódicos. Felicitaciones a El País por sus 60 años.
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