Es
preocupante que poco se aplique la ley de “publicidad engañosa” a la que
utiliza imágenes ficticias para la venta de viviendas. Pero peor es cuando se
busca convencer con información falsa a la opinión pública, de las bondades de
una nueva obra financiada por los contribuyentes. Así pasó con la reciente
intervención de la Avenida Colombia en Cali, en que
se puso el Puente Ortiz con solamente tres arcos, metida de pata que sin
embargo sirvió para disimular que los “árboles” que mostraban no podrán
alcanzar ese tamaño en las pequeñas materas que se construyeron, por lo que el
tal bulevar de bulevar solo tendrá el nombre; y ya van 61 mil millones.
También
es el caso del pretendido y pretencioso Parque del
Bicentenario en Bogotá, donde van 13 mil millones. Las vistas aéreas que
muestran (El Espectador, 14/09/2013, y Semana, 23/09/2013) son un engaño. En
una se ven a nivel con el piso bajo del MamBo las losas que cubren el “túnel”,
cuando es fácil comprobar que lo ocultan hasta el segundo, pues ya están
construidas; y los “árboles” que
pretenden reemplazar a los que ya talaron, no podrán existir en donde los
muestran pues están “sembrados” en losas de hormigón ¿O serán falsos
también? No en vano se los puede ver
metálicos en las revistas de la moda de la arquitectura espectáculo que todavía
descresta en Colombia ¿Los pintarían de verde?
Por
lo demás, unas pocas imágenes desde arriba, como desde un avión, por mas reales
que sean, no dan cuenta de un proyecto de urbanismo que se recorre a nivel y
caminando. Harían falta planos, maquetas, fotomontajes y una memoria, y tiempo
para analizarlos, para que los gremios de arquitectos e ingenieros, como las
universidades y asociaciones y fundaciones pertinentes, puedan emitir conceptos
con los cuales los ciudadanos comunes se puedan enterar de verdad de como se va a afectar su ciudad y en que se
van a invertir sus impuestos. Así es en las ciudades con gobiernos serios y
ciudadanos responsables.
Además,
el proyecto no ha cumplido con todos los requisitos, como pretende ahora
afirmarlo el Ministerio de Cultura, por la sencilla pero contundente razón de que
el diseño final completo aun no existe, debido a que los vecinos se vieron
obligados a entablar una demanda, pues se afectan varios espacios urbanos
públicos, como el Parque de la Independencia, al que además se pretende
tontamente cambiar de nombre, y el área de influencia de varios edificios
declarados Bienes de Interés Cultural de nivel nacional, entre ellos el MamBo,
la Biblioteca Nacional, el Edificio Embajador y las Torres del Parque.
Un
comunicado del Seminario de Arquitectura Latinoamericana, realizado en Bogotá,
y la propuesta de un grupo de arquitectos de eliminar parte de lo construido, han
reanimado el debate, además de que sería mas
económico considerando las demandas en curso, como señala el arquitecto Carlos
morales <http://torredebabel.info/blog.php/>. Se solucionarían los problemas planteados y se terminaría el parque. De lo contrario, quien
responderá por ese despropósito que remataría la intervención de la 26, toda ya
bastante cuestionable. E igualmente es pertinente preguntar de nuevo quien
responde por los 700 metros de barandas y pérgolas originales que se eliminaron
sin ninguna necesidad en la Avenida Colombia.
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