En
estos días en que por fin se habla de la necesidad de mejorar los bachilleres
que aspiran a entrar a la universidad, agregando un año a la secundaría o
poniendo un pre universitario, bien vale la pena recordar la propuesta que se adelantó
al respecto en la Universidad del Valle hace mas de veinte años. Se trataba de
orientarse hacia lo que ya habían puesto en práctica las mejores universidades
del mundo: que los estudiantes entren a la universidad y no a una carrera
especifica, la que escogerán sólo a lo largo de sus estudios.
En
dos o tres semestres los nuevos estudiantes tomarían cursos básicos y harían
lecturas obligatorias en los diferentes campos del saber, como son la
filosofía, las ciencias, las artes, las humanidades y las técnicas. Después, y
de acuerdo a las recomendaciones de un tutor, harían otros dos o tres semestres
en alguno de estos campos, y sólo en los últimos tres o cuatro semestres
entrarían a un programa especifico, o seguirían en estudios generales. Incluso algunas
carreras, como la arquitectura, solo se podrían terminar con estudios de
postgrado.
Por
ejemplo, un estudiante, después de los dos o tres semestres iniciales,
escogería artes o técnicas, o ambas, y
sólo después de tres o cuatro semestres mas, escogería diseño, y tendría un
grado universitario que le permitiría trabajar en empresas y oficinas del ramo,
o ser un “aparejador” trabajando como constructor de edificios (lo que hoy
terminan haciendo muchos arquitectos). Pero sólo después de una maestría podría
ser arquitecto proyectista o urbanista. Y además se debería exigir un tiempo
mínimo trabajando en una oficina de arquitectura.
Esta
reforma, que hubiera sido novedosa en el país y que se anticipaba a los
problemas de los últimos años con estudiantes a los que les suprimieron la
historia y la geografía en el bachillerato, fue descartada por los profesores
que no querían perder sus cursos obligatorios y con pre requisitos, y verse en
cambio escogidos por los estudiantes. Incluso los de música alegaron con razón
que un instrumentista tenia que comenzar desde el primer semestre, pero
olvidando que lo debería hacer desde antes en un conservatorio, y que la
universidad podría tener uno.
El hecho
comprobable es que la mayoría de los estudiantes actualmente no cuenta con
criterios ni experiencias previas que les permita escoger una carrera al entrar
a la universidad, y que además sus conocimientos son muy deficientes. Para peor
de males la burocracia académica no facilita las homologaciones entre cursos
diferentes, ni el pasar de una a otra carrera. Incluso se ha llegado hasta
prohibir adelantar dos carreras simultáneamente, ignorando el auge de hacerlo
así en todo el mundo, y que lo que se impone son los estudios
transdiciplinares.
La
reforma de la enseñanza en el país es urgente en todo sentido. Sus iniquidades,
injusticias, falta de oportunidades, mala calidad de vida y hasta la paz,
dependen de la educación. Lo que diferencia a un mejor ciudadano de un
delincuente (y los hay muy ricos) no es su pobreza física sino intelectual, y
la educación algo ayuda. Y ya se sabe que los mejor preparados deberían ser los
maestros de los niños. Pero también los profesionales; y los que mas gente
afectan las ciudades con su deficiente preparación son los arquitectos.
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