Muy buen regalo para los ciudadanos (ya que todos somos peatones
en algún momento) y para la ciudad, el que por fin se comiencen a desmotar los
llamados puentes peatonales, mal llamados así pues no cuentan con ascensores o
escaleras mecánicas. Pensados para agilizar el tránsito
vehicular, al no tener que detenerse para dar paso a los peatones, no sirven,
por consiguiente, si hay personas que no los puedan usar o, peor, si hay que
constituir largas barreras urbanas para obligarlas a hacerlo. Como en la Calle
Quinta, donde están separados unos de otros por muchas cuadras. Y pensar en
ponerlos en todos los cruces es una locura.
Pero, además, desde el punto de vista del peatón
este tipo de estructuras no sólo le alargan el camino, si tiene que buscarlas a
varias cuadras y regresar al mismo punto sólo que al otro lado de la vía, con
respecto a un paso vehicular o con semáforos
en los que apenas tiene que esperar (a diferencia de las “cebras” en donde
debería tener prelación como en todas partes). Y,
como se ha dicho varias veces en esta columna, no los puedan usar los mas
necesitados: ancianos, gente en sillas de ruedas o con problemas de movilidad,
mujeres embarazadas o con niños pequeños o coches con bebes, y por lo tanto es
falso eso de que brindan seguridad a todas las personas.
El hecho es que los automovilistas
tienen que aprender a respetar a los peatones y estos caminar sólo por los andenes
y a cruzar las calles sólo por las esquinas. Pero por supuesto tendrían primero
que exigir que se amplíen y se allane su suelo, hoy por hoy lleno de huecos y
desniveles, y que se regularicen los carriles de las vías, lo cual agilizaría
el tránsito y lo haría mas seguro, dando todo el espacio sobrante a los
andenes. Y los automovilistas tendrían
que exigir semáforos coordinados para obtener “olas verdes” y que sean visibles
para peatones y automovilistas, y que se les de continuidad a las vías de un
extremo al otro de la ciudad, pues ahora son todo un vericueto,
Y sin puentes peatonales la ciudad ganaría
pues no hay nada que afecte tan desagradablemente el espacio urbano como esos
puentes, aparte de las vallas exteriores, las antenas descomunales y las redes
aéreas. Además tapan el paisaje cuando lo cerros están al fondo y ellos mismos
son bastante feos. Pero si la fealdad es el alejamiento del conjunto de aquellas características
que una sociedad considera convencionalmente como bonito, atractivo o deseable,
sea en una persona o un objeto ¿será que los que los “diseñan” creen que los
caleños han desarrollado un canon de belleza a
partir de lo contrahecho?
Menos mal que son metálicos (es
posible que el Alcalde Guerrero recuerde que en su primera alcaldía los había
pensado de hormigón, como le consta al autor de esta columna quien lo convenció
de que mejor fueran desmontables) y se pueden utilizar en otras partes en donde
se les pueda poner rampas mas cortas aprovechando desniveles del terreno como
los que se presentan a lo largo de la Avenida de Circunvalación, por ejemplo. Y
ojala el puente peatonal que se piensa construir para unir La Tertulia con la Casa
Obeso, hubiera sido un concurso y no asignado a dedo, pese a que va ser
costeado por los contribuyentes y que estará en pleno espacio público.
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