Cali comparte con la Habana y Rio de Janeiro asuntos
varios como el mar, sólo que el de aquí es verde y atravesado por un río, y
quieto como lo es igualmente la bahía de Guanabara o la lagoa de Rodrigo de
Freitas en Río, en donde las garotas
de Ipanema, esas “coisas mais
lindas, mais cheias de graça”, ondulan como las habaneras. Pero sin duda las caleñas son las mujeres
que mas bellamente se mueven en la Tierra, todo un “reclamo” básico pero
altamente civilizado como son los andenes en otras partes.
Las caleñas sí pueden ser de cualquier parte pero haber
aprendido en Cali a sortear en la mera calle carros, motos y otros peatones,
iniciándose en su caminar bailado, que de lejos las distingue aunque ya estén
caminando por los amplios andenes de París, Londres, Berlín, Viena, Praga
(aunque no sean tan bellas como las checas), Roma, Madrid o Lisboa. Y en
Sevilla, Córdoba o Granada son como de allí sólo que mas, lo que hace que ya en
el Magreb sean casi un escándalo a menos de que se muevan en un grupo de
turistas.
La caleñas caminan con mas seguridad que provocación
o tal vez pueden provocar por que son seguras, y por eso es que pueden llevar
las minifaldas mas cortas del mundo, las ombligueras mas altas del planeta, los
descaderados mas bajos de la Tierra y los rotos en los yins mejor emplazados
que se puedan ver sin dejar ver nada. No deambulan aunque lo estén haciendo si
no que marchan al frente como si ya supieran a donde van, no como los últimos
alcaldes de Cali todos ellos algo miopes.
Caminan mas desinhibidas que las
de Ámsterdam, que es mucho decir, mas rápido, que las neoyorquinas, con mas
propiedad que las madrileñas, pisan duro como las parisinas, y se destapan mas
y mejor que las cariocas pero moviendo su cuerpo como en ninguna otra parte
salvo antes las huríes de la Alhambra en Granada que tuvieron que ser así de
seductoras ¿algunas serían del África? pues de allá vienen de alguna forma las
de aquí igual que la mejor arquitectura a lo lardo de este valle-mar.
Caminar
tan caleño el de las caleñas que Humberto Valverde lo atribuye a su culto
por la salsa, y al mestizaje y el
clima, pero que ante todo es un asunto de carácter y de actitud ante la vida;
la vida en las ciudades y hoy en día desde luego. De hecho en Bogotá las
caleñas caminan como en Cali, y las blancas parecen negras. Y las caleñas
negras mas que bellas negras se ven como adorables caleñas cuando caminan, amen
de que todos en el mundo somos afrodesendientes, incluyendo los que se creen
blancos.
Pero
infortunadamente los alcaldes de Cali no caminan como caleños: sencillamente ya
no caminan por la calles de la ciudad que pretenden orientar, como sí lo hacían
antes. O, sino ¿cómo entender que no les de vergüenza la realidad de sus
andenes. Y mejor es que no lo intenten pues se caerían al primer hueco o cambio
de nivel o suelo liso o chocarían con un poste atravesado o se tendrían que
bajar a la calzada pues hay un carro “estacionado” en el anden o simplemente no
existe tal.
Y
si se ponen a mirar el caminar de las caleñas, que entaconadas y todo burlan
moviéndose con gracia todos esos obstáculos, terminarían definitivamente en el
suelo. ¿Será que Cali necesita un alcalde que sea una caleña de cualquier parte
mas que camine por sus calles y que lo haga bellamente? Pero según la Registraduría Nacional del Estado Civil (18/11/2015) las
mujeres lo son apenas en el 9.8% de los municipios del país. Y tampoco las ha
habido en Rio o la Habana pero allá si hay andenes.
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