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El caminar de las caleñas. 31.12.2015


Cali comparte con la Habana y Rio de Janeiro asuntos varios como el mar, sólo que el de aquí es verde y atravesado por un río, y quieto como lo es igualmente la bahía de Guanabara o la lagoa de Rodrigo de Freitas en Río, en donde las garotas de Ipanema, esas “coisas mais lindas, mais cheias de graça”, ondulan como las habaneras. Pero sin duda las caleñas son las mujeres que mas bellamente se mueven en la Tierra, todo un “reclamo” básico pero altamente civilizado como son los andenes en otras partes.
Las caleñas sí pueden ser de cualquier parte pero haber aprendido en Cali a sortear en la mera calle carros, motos y otros peatones, iniciándose en su caminar bailado, que de lejos las distingue aunque ya estén caminando por los amplios andenes de París, Londres, Berlín, Viena, Praga (aunque no sean tan bellas como las checas), Roma, Madrid o Lisboa. Y en Sevilla, Córdoba o Granada son como de allí sólo que mas, lo que hace que ya en el Magreb sean casi un escándalo a menos de que se muevan en un grupo de turistas.
La caleñas caminan con mas seguridad que provocación o tal vez pueden provocar por que son seguras, y por eso es que pueden llevar las minifaldas mas cortas del mundo, las ombligueras mas altas del planeta, los descaderados mas bajos de la Tierra y los rotos en los yins mejor emplazados que se puedan ver sin dejar ver nada. No deambulan aunque lo estén haciendo si no que marchan al frente como si ya supieran a donde van, no como los últimos alcaldes de Cali todos ellos algo miopes.
Caminan mas desinhibidas que las de Ámsterdam, que es mucho decir, mas rápido, que las neoyorquinas, con mas propiedad que las madrileñas, pisan duro como las parisinas, y se destapan mas y mejor que las cariocas pero moviendo su cuerpo como en ninguna otra parte salvo antes las huríes de la Alhambra en Granada que tuvieron que ser así de seductoras ¿algunas serían del África? pues de allá vienen de alguna forma las de aquí igual que la mejor arquitectura a lo lardo de este valle-mar.
            Caminar tan caleño el de las caleñas que Humberto Valverde lo atribuye a su culto
por la salsa, y al mestizaje y el clima, pero que ante todo es un asunto de carácter y de actitud ante la vida; la vida en las ciudades y hoy en día desde luego. De hecho en Bogotá las caleñas caminan como en Cali, y las blancas parecen negras. Y las caleñas negras mas que bellas negras se ven como adorables caleñas cuando caminan, amen de que todos en el mundo somos afrodesendientes, incluyendo los que se creen blancos.
            Pero infortunadamente los alcaldes de Cali no caminan como caleños: sencillamente ya no caminan por la calles de la ciudad que pretenden orientar, como sí lo hacían antes. O, sino ¿cómo entender que no les de vergüenza la realidad de sus andenes. Y mejor es que no lo intenten pues se caerían al primer hueco o cambio de nivel o suelo liso o chocarían con un poste atravesado o se tendrían que bajar a la calzada pues hay un carro “estacionado” en el anden o simplemente no existe tal.
            Y si se ponen a mirar el caminar de las caleñas, que entaconadas y todo burlan moviéndose con gracia todos esos obstáculos, terminarían definitivamente en el suelo. ¿Será que Cali necesita un alcalde que sea una caleña de cualquier parte mas que camine por sus calles y que lo haga bellamente? Pero según la Registraduría Nacional del Estado Civil (18/11/2015) las mujeres lo son apenas en el 9.8% de los municipios del país. Y tampoco las ha habido en Rio o la Habana pero allá si hay andenes.

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