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Genios, no. 22.11.2012


 “No son genios lo que necesitamos ahora” clamaba hace medio siglo el reconocido arquitecto catalán Jose Antonio Coderch (Domus, 11/ 1961), poco antes de que comenzaran las décadas de la muy buena arquitectura en España, como la estimaba Wiliam Curtis (Una perspectiva histórica/España durante los ochenta.  A&V Nº 24, 1990), la que lamentablemente terminó en lo que Coderch temía, y que ahora que ya no la quieren ni pueden allá nos la quieren imponer aquí.
            De ahí que sea urgente formar buenos diseñadores de edificios y no “estimular” genialidades. Por esta fatal equivocación, generalizada con la proliferación de nuevos programas de arquitectura en el país, y la carencia de buenos profesores, nuestras ciudades se han vuelto colchas de retazos. Todo se diseña sin ética profesional como si fuera único por los que se creeen genios de la estética, y no como discretas partes de ciudades, que siempre habían tenido apenas unos pocos monumentos.
            En muchos de los ejercicios de proyectación en las escuelas de arquitectura la ciudad no existe, solo edificios caprichosos y descontextualizados, las mas de las veces, pues no parten de unas determinantes previas. Es mas, apenas se ven sus imágenes en dos dimensiones, que se valoran como si fueran dibujos en lugar de ser “leídas” como representaciones de espacios y volúmenes, y las maquetas mas parecen “bonitos” objetos, y  se ven desde arriba como nunca se ven edificios ni ciudades.
            A los estudiantes se los pone a hacer lo que buena parte de sus profesores raramente practica, en lugar de enseñarles como se diseñan edificios. Pero por supuesto sólo es posible enseñar lo que se sabe, y en el caso de un oficio, como lo es proyectar edificios que conforman ciudades, solo se sabe lo que se practica, y a partir de dicha práctica, ahí si, teorizar, pero partiendo de lo local, en lugar de ignorarlo como si se tuviera vergüenza de lo propio.
            Hay que enseñar métodos de diseño, como lo es  seguir una tipología modular ya sea de planta central, a naves o atrial -las únicas maneras de conformar geométricamente un espacio-, y sus combinaciones y variaciones. Crear nuevas formas a partir de analogías con un modelo ejemplar en su emplazamiento, función, construcción o forma. O aplicar un canon de disposiciones y patrones. O una combinación de métodos según lo pertinente para cada proyecto.
            La “caja negra”, una (supuesta) espontaneidad o inspiración, es mas propia del arte que de la arquitectura, que también lo es, pero no únicamente, aun que sea lo que la diferencia de la construcción, y por eso está presente en ella de alguna manera, pero en ningún caso debe ser el único punto de partida. Al menos hay que dudar con el cerebro de los impulsos del corazón, y enseñar a dudar de lo que se enseña, como dicen que recomendaba José Ortega y Gasset.
            Finalmente, la historia de la arquitectura, que nutre todo proyecto pues la arquitectura, en tanto arte, también es histórica, tendría que partir de la nuestra actual y seguir hacia atrás sus transculturaciones e influencias, al tiempo que sus adelantos en tanto técnica. Y no apenas los estilos, autores y fechas propios de la historia del arte, y por supuesto, además de las tradiciones, tiene que comenzar por la geografía en la que se desarrolla, sus climas y paisajes.

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