No es misterioso, oscuro, enigmático, terrorífico
o espantoso, pero si una grave amenaza. Según la UICN, ya hay 799
especies extintas, 4.227 críticas, 6.243 en peligro, 10.464 vulnerables, 4.742 amenazadas, 241 dependen de su conservación, 31.846 preocupan, y hay datos insuficientes de 11.671. Se
estima que para 2100 quedarán la mitad de las actuales, que
a su vez son muchas menos que hace un siglo, pues se convirtieron selvas,
bosques y montes en pasturas y cultivos. Y, ya se sabe, la biodiversidad es
necesaria para la vida, incluyendo el hombre.
Según la ONU, alrededor de 24.000
personas mueren cada día de hambre o de causas relacionadas con el hambre, que
representan el 16% del total de muertes en el planeta, la mayoría de niños
menores de cinco meses. Las familias sencillamente no consiguen suficientes
alimentos debido a su pobreza
extrema. Y la FAO
estima que hoy el hambre crónica afecta a mas de 1.000 millones de personas en
el mundo, habiéndose agravado en los últimos años por el alza del precio de los
alimentos y la crisis económica, que va para largo, un país tras otro.
De 17 nevados que tenía Colombia, por
ejemplo, sólo quedan seis y desaparecerán en 30 años, dice el IDEAM, y el hecho
es que la retirada de los glaciares desde mediados
del siglo XIX en todo el mundo,
afecta la disponibilidad de agua dulce
para el consumo humano y el regadío, y, a más largo plazo, con el deshielo de
los polos, podría elevar el nivel de los océanos. Además, el deshielo podría
provocar inundaciones tanto en las poblaciones cercanas a los glaciares, como a
nivel global en las ciudades costeras, o en las islas, como ya pasa en las
Maldivas.
La población mundial ha
pasado de casi 1.000.000.000 en 1800,
a 7.112.030.549 hoy, y contando.
Su crecimiento es muy rápido, incluso con una baja natalidad en numerosos
países, ya que a la constante reducción de la mortalidad se ha unido el aumento
generalizado de la esperanza de vida. Cada década hay 1.000.000.000
de habitantes mas en la Tierra (lo que mismo que aumento en los dos últimos
siglos); cada año 100.000.000, cada mes 8.330.000, cada semana 2.080.000, cada día 290.000, cada hora
12.000, cada minuto 200, mas de 3 cada segundo. Mas de 600 mientras se lee esta
columna.
Es licito pensar que estos datos no
son exactos, pero entonces, ver para creer. Ya no hay gallinazos rey, ni
águilas, ni micos en los guaduales que quedan en el valle del río Cauca, ni
casi pellares ni coclíes, y basta mirar los nevados para no verlos. Para 1950
Cali no iba mucho mas allá de San Fernando o Versalles, ni existía Aguablanca,
como lo pueden recordar unos pocos padres o abuelos de los que hoy la habitan,
pues la mayoría no era de aquí. Y no es preciso pescar en el Cauca, basta
olerlo, para ver que está muerto, y que al Cali lo han vuelto un caño.
La pregunta es, pues, si es el
desarrollo económico (ese del país va mal pero la economía bien) lo que nos va ha
salvar, o si por lo contrario es lo que nos va a terminar de hundir. Cómo poder
crear riqueza a fin de promover o al menos mantener el bienestar
económico y social de sus habitantes en un planeta finito y dependiendo de
recursos no renovables, como el petróleo, al tiempo que se envenena el ambiente
sacando un oro que no sirve para nada distinto a presumir. Razón tenía Cervantes cuando dijo que locos son los que se creen
cuerdos.
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