Como decía Tolstoi, cosa maravillosa sería la historia si fuera cierta. Celebramos la Independencia el 20 de Julio pero en Mompox reclaman con documentos, como una carta del General Mosquera de la que habló Germán Patiño hace unas semanas, que allá fue primero. Además, de inmediato caímos bajo la dependencia de Inglaterra y Francia, la que impulsó la noción de Latinoamérica para crear un nuevo lazo con las viejas colonias, y después de la Segunda Guerra Mundial sucumbimos fue a la de Estados Unidos y sus carros, autopistas, “malls”, disneylandias, suburbios y rascacielos, y ahora España nos reconquista comprando bancos, telefónicas y periódicos y con sus revistas y bienales de arquitectura en las que deciden allá que debemos hacer aquí, aun cuando esta vez sea en Medellín para disimular. Todo esto por supuesto es debatible, lo que es indispensable para la historia, pero lo que es imperdonable es la “información” sin rigor, como en la columna “Grandes Pensadores de la Ciudad” de El Tiempo y su rimbombante titulo.
Lo han señalado Willy Drews, Germán Téllez, Enrique García-Reyes, Carlos Morales, Felipe Gonzáles-Pacheco, Juan Luis Rodríguez y otros arquitectos. Confunde nombres, habla de edificios que no pasaron de proyectos, los adjudica a quienes niegan su autoría, deja de lado a miembros de equipos de diseño y, es vergonzoso, se refiere a Julián Guerrero, socio de Jaime Camacho durante 55 años, como a “otro arquitecto”. Y ante el reclamo de una delegación de la SCA y Drews a Roberto Pombo, Director del periódico, quien no se había dignado responder a las varias cartas enviadas, el anónimo autor de la “columna” hace un descarado "copy, paste and edit" de Wikipedia sobre Fray Domingo de Petrés, como lo anota Francisco Pardo Téllez. En Semana pasa algo similar y en El Espectador, como lo denuncio Carlos Lleras de la Fuente, hace unos días les intercambiaron sus esposas a dos conocidísimos ex Presidentes y trastocaron los nombres de los personajes de una foto. Todo esto es preocupante dada la autoridad que se suele dar a lo escrito en esos tradicionales medios. Es la tergiversación de los hechos de que habla Cristopher Hitchens (Amor, pobreza y guerra, 2004).
Afortunadamente la historia de edificios y ciudades se hace enfrente de ellos mismos, como la del arte (Giulio Carlo Argan, La Historia del Arte como Historia de la Ciudad, 1983). No corre tanto peligro de no ser cierta, pudiéndose analizar su presente y no apenas su pasado, para pensar mejor su futuro. En este patrimonio construido se ha invertido dinero, materiales, energía, trabajo y tiempo, y con frecuencia es un buen ejemplo y no algo apenas “histórico”. Se puede adaptar, renovar y hasta reciclar pero no es “desechable”. No entenderlo ha llevado a demoler edificios en lugar de construir mas ciudad, en un proceso inverso al que las originó, y de ahí que paradójicamente estas lo sean cada vez menos. Lo que explica muchos males que nos aquejan, pues casi todos vivimos en ellas y de ellas, y lo desenfocado de tantas de sus “soluciones”. Se desconocen los verdaderos pensadores de la ciudad y no hay tiempo para ser espectadores de su pasado pero cada semana se publican tonterías para darle glamour a la publicidad del negocio inmobiliario.
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