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¿Incluyente? 29.03.2012


          Hace varios meses, algunos arquitectos e ingenieros le solicitaron una reunión al recién nombrado Alcalde Guerrero para hablar sobre la necesidad de mantener un mínimo de transito por la superficie de la Avenida Colombia, además del MIO. Finalmente la Administración Municipal respondió en días pasados, diciendo que se podrá entrar al Centro por otras partes, pero como lo observa el arquitecto Julián Velasco olvidan que desde el Oeste no se podrá ingresar en carro o taxi si no después de hacer un largo recorrido hasta la Ermita, por el paso subterráneo, y regresar por la Carrera 4ª con la consiguiente congestión allí, y desviarse por la Calle 5ª sería aun mas largo. Igualmente señala que lo aprobado por el Concejo Municipal fue la obra y no la circulación y el transito sobre la misma, y que si así fuera, la Secretaria de Transito tendría las manos amarradas para realizar cualquier cambio posterior en vías, rutas, etc. Por lo demás, también aclara que la construcción no se detendría pues el planteamiento se refiere tan solo al tipo de vehículos que circularía por arriba.
          Cabe suponer que en el proyecto está previsto que por encima del paso subterráneo puedan circular bomberos, ambulancias, patrullas de Policía, carros recolectores de basuras y camiones para trasteos, pues de no ser así seria toda una irresponsabilidad, de la que vergonzosamente ya tenemos un ejemplo inaudito en la Calle 13, en donde los carros llegan a los estacionamientos por los andenes. Y la solicitud de que además puedan circular taxis y carros particulares tiene el objeto de garantizar un mínimo de animación en ese sector, que impida que el desmesurado espacio peatonal del que se habla se convierta en un muladar, como ya lo están las bocacalles que a todo lo largo del Centro Histórico dan a la Avenida Colombia. Por lo demás, sería indispensable para los hoteles o viviendas que se deberían levantar en los varios lotes que hay entre el Hotel Intercontinental y La Ermita, y que llevan a pensar que no solo se recuperaría su propósito inicial de paseo, si no que, frente al Río Cali y guardadas las proporciones, sería como la Avenida Atlantica de Copacabana en Rio de Janeiro.
          Al no haber existido suficiente divulgación sobre el diseño original, que además de incompleto lo impedía (ilegalmente) el contrato con los constructores (quienes tienen la facultad de modificarlo), ni abierto la posibilidad de discutirlo después, recuerda el arquitecto Velasco, era imposible plantear soluciones alternativas, como sucede en toda democracia incluyente, que es como el Alcalde ha definido su Administración, pero que lamentablemente contradice la superficial y evasiva respuesta del Subsecretario de Infraestructura después de una larga espera y solo mediante un derecho de petición. Además las razones para mantener un transito reducido por la Avenida Colombia si se plantearon en esta columna desde el anuncio de las megaobras, con el único resultado de que en lugar de hablar del despropósito de una “serie de plazoletas” se pasara  a llamar “paseo peatonal”  lo que en realidad sería un inútil malecón, contradiciendo el propósito original de la Avenida Colombia, que justamente para recuperarlo es que se planteó hace años pasar el transito pesado por debajo.

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