Muchas ciudades en el mundo recuperan desde hace tiempos las calles para los peatones y resuelven los estacionamientos, intersecciones viales y el transporte masivo en su subsuelo, y no por encima de la gente como en Cali. Una vía expresa bajo la Avenida Colombia, aunque solo sea entre la Cl.. 7ª y La Ermita, permitiría que se recobre para los peatones ese espacio urbano, hoy repleto de carros y ruido, como un "lugar de expansión y de solaz [para] todos los habitantes" tal como se proponía en un Informe de Labores de 1921 al Concejo de Cali. Pero este "paseo en la orilla derecha del Río Cali, desde el Puente [Ortiz] hasta el Barrio de El Peñón," debería ser con muy amplios andenes y conservando dos carriles, y no apenas para el MIO, sino también para el transito lento de carros y taxis, permitiendo su ingreso al Centro y que no colapse totalmente el transito cuando la vía inferior se inunde con un vendaval. Así se lo propuso al Alcalde Guerrero cuando todavía era posible desde el Intercontinental, y lo confirmo el Plan del Centro Global de la Administración pasada.
La desmesurada y desapacible "plazoleta" de que habla la prensa, con apenas unos pocos peatones a la orilla del rió, seria condenarla a su deterioro e inseguridad, pues se necesita un mínimo de actividad que garantice su vigilancia. Ni siquiera el Sena en París tiene solo peatones en sus orillas, pero si amplios y arborizados andenes con ventas de flores, animales y libros de segunda. Como dice B. R. Barber (www.thenation.com) se trata de “el arte del espacio público”, y nos recuerda ejemplos como el Hackesche Höfe en Berlín, o las Ramblas de Barcelona, que tienen carros a los dos lados y mucha actividad al medio, pues cosa muy distinta es restringir su circulación. Y desde luego está el paso subterráneo frente de la Estación de Atocha en Madrid, para reemplazar el viaducto existente, realizado en 1972 justo cuando aquí se comenzaban a construir los puentes que tan equivocadamente nos llenan de orgullo. Además, al contrario del Paseo Bolívar y el Puente Ortiz, el España o el del Conservatorio, la Avenida Colombia no es un paso peatonal obligado al otro lado de la ciudad.
El rediseño de este proyecto, que fue la propuesta ganadora de un concurso hace años y cuya valorización ya fue cobrada, no lo conocemos aún, como tampoco el de ninguna de las “mega” obras, que quieren comenzar a cobrar como si tuviéramos que pagar con los ojos cerrados. Y aunque ha debido ser de nuevo un concurso, como lo indica la ley, fue asignado a dedo a la arquitecta Elly Burckhart, miembro de la Junta Directiva de la Sociedad Colombiana de Arquitectos, seccional del Valle, que supuestamente debe velar por que los proyectos de obras oficiales sean objeto de concursos públicos, como con razón insiste su Presidente, la arquitecta María Claudia Villegas. Ojalá sea presentado pronto a los arquitectos e ingenieros de la ciudad, cuyas opiniones pueden ser valiosas, pues paradójicamente solo nos hemos enterado del mismo por la prensa. Sería lamentable que de nuevo perdamos la oportunidad de hacer una obra pública que “hermosearía a Cali, en grado tal, que no encontraría similar en ninguna de las ciudades del País” como dice el informe de marras.
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