Como
dice André Gorz, la industria capitalista del
automóvil hizo desaparecer los trenes, como solución al transporte, cuando el
carro estaba a punto de no servir mas como vehículo de lujo para una elite.
Así, el automóvil se volvió obligatorio para todos, y no hacía falta convencer
a la gente de su necesidad. Pero pronto quedó inexorablemente pegado a las vías
(autopistas, carreteras, avenidas o
calles) como el tren a las carrileras. Nadie puede detenerse del todo
repentinamente pues, al igual que en el tren, se debe viajar a una velocidad
decidida por otros. En suma, el carro no posee ninguna de las ventajas del tren
pero sí todas sus desventajas, además de vibración, espacio reducido, peligro
de choque, y el esfuerzo necesario para manejarlo (La ideología social del automóvil, Le Sauvage, 1973).
Los estados capitalistas dejaron que
se degradaran los trenes y luego se suprimieron sus conexiones entre las ciudades
y sus alrededores. Sólo se mantuvieron las interurbanas de gran velocidad que
compiten con el transporte aéreo por su clientela burguesa. En Colombia no fue
su difícil topografía la que impidió el desarrollo de su red ferroviaria, pues
a mediados del Siglo XX ya había una línea desde Bogotá a Santa Marta y sólo
faltaba atravesar la Cordillera Central para tener otra completa hasta
Buenaventura. Fueron los propietarios de camiones y buses y los sindicatos del
ferrocarril los que acabaron con los trenes, junto con los aviones, que aun no
volaban por encima del mal tiempo pero si de las cordilleras. En este país se
acabó con los trenes justo cuando en Europa y después en Estados Unidos tomaban
un nuevo aire.
Además se quedó sin ellos antes de
tener carreteras de verdad, las que cada vez mas se ven colmadas por buses y
camiones, justamente por la ausencia de trenes, pero también por que la
congestión de los aeropuertos y el tener que hacer escala en Bogotá, ha hecho
que los vuelos sean cada ves mas demorados. Tampoco se vio su potencial como
transporte masivo interurbano. El caso de Cali es inicuo, pues contando con un
amplio corredor férreo de Yumbo a Jamundí, usado con éxito durante los Juegos
de 1971, y que ya se había diseñado como la columna vertebral del tránsito y
transporte de la ciudad, y construido varios puentes viales de acuerdo con su
diseño, se lo cambió hace unos 15 años por buses articulados que no caben bien
por las calles por donde se los metió, en lugar de usar el corredor, generando
barreras urbanas.
Así como Peñalosa perdió la Alcaldía
de Bogotá por su terquedad en contra del Metro, en Cali ganará las próximas
elecciones el candidato que proponga retomar el corredor férreo como eje de su
desarrollo urbano, incluyendo tren de cercanías, autopista interurbana, sendas
ciclovías, vías locales con buses articulados sin aparatosas estaciones, todo
en medio de la alameda mas larga del mundo, y edificios altos a ambos lados,
que miren la cordillera y no que la tapen como insisten ahora de la mano de jueces
que no ven, pues como se sabe la Justicia es ciega. Cali y Bogotá son
probablemente las últimas capitales de mas de dos millones y medio de
habitantes que no cuentan con un Metro, y Cali sin duda la única que lo podría
tener todo de superficie en medio de samanes. Ni siquiera André
Gorz lo soñó.
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