“Excepcional lo de
Marruecos ya que en la mayor parte del planeta lo que importa es el negocio”,
dice un lector anónimo, lástima no saber su nombre, refiriéndose a una columna
pasada (Modernidad y tradición, 30/08/2018)
sobre una ciudad en donde lo “moderno” no ha destruido lo tradicional. Como
invita convincentemente Eneas Brito, otro lector, “se debe empezar a trabajar
desde ya en el tema de identidad como personas, como ciudadanos, como
colombianos. El día que seamos conscientes de que la identidad nuestra no es
ponerse una camisa amarilla el día de un juego, ese día todo cambiará para
nuestro beneficio.” Ojala así sea.
Se trata de “construir
cultura de ciudad a partir del reconocimiento del valor de la arquitectura
tradicional” como afirma Carlos Alamán Varón, otro lector de esta columna, pero
“¿cómo inculcar estas ideas en el ciudadano de a pie para hacer reconocer por
parte de los alcaldes el valor de la tradición arquitectónica para construir
ciudad?” se pregunta. He ahí la cuestión pues solo se podrá mediante la
educación cívica, principiando en la escuela y terminando en la de no pocos
funcionarios públicos y promotores privados que prefieren mirar a Miami que a
Fes, o a Granada, “tierra soñada por mi”, ignorando sus ancestros
hispanomusulmanes obnubilados por lo mas frívolo de lo norteamericano.
El caso es que
lamentablemente "en Colombia lo "viejo" se demuele, o se deja
caer o se dinamita […] acabando el patrimonio cultural” señala Alberto Furman,
otro lector de esta columna. “Ciudad con poca memoria” concluye Daniel Álvarez,
otro lector. Tal parece que aquí se ha olvidado que “Cali era más ciudad cuando
era pueblo” como ya se dijo aquí que dice Sylvia Patiño (Circulo vicioso,
13/09/2012) que, como fotógrafa que es, la ve mas especialmente después de
fotografiar ciudades y pueblos por todo el mundo, incluyendo recientemente los
muchos y muy bellos de Marruecos todo lo largo del Alto, Medio y Bajo Atlas
adentrándose en el desierto.
Es lamentable pero en Cali
aun hay muchos para los que lo tradicional son esas casas “viejas” que hay que
tumbar para “modernizar la ciudad y cambiarle la cara” dando muestras de su
ignorancia y falta de sensibilidad al escenario construido que los rodea, y
desde luego de identidad con el mismo, lo que lleva a su irrespeto y
atarvanería con los otros y con la ciudad. “Será porque en Marruecos [por
ejemplo] no hay una cultura narcotraficante como si la hay en Cali, donde todo
es presa de la especulación y el lavado de activos, y por eso allá hacen buena
arquitectura respetando su pasado” dice Pablo Jaramillo Navas, otro lector.
Afortunadamente crece en
Colombia la protesta contra su corrupción generalizada, y lo mismo el
convencimiento de la necesidad perentoria de legalizar las drogas para evitar
el narcotráfico con sus secuelas de violencia, corrupción y mal gusto,
siguiendo el ejemplo de Uruguay. Y para poder controlar culturalmente su
consumo como se ha hecho con el cigarrillo y en Marruecos con el alcohol, que
pasó de ser una prohibición del Islam a una sana costumbre, ya que se trata es
de evitar su consumo excesivo y sus nefastas consecuencias, y no su civilizado
disfrute. ¡Salud! y un buen habano en un parque cercano modernizando así una
vieja tradición pues antes se fumaba en la casa.
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