Mas de treinta años después, el
Museo Rayo en Roldanillo está mejor que nunca. Allí se puede ver una completa
muestra representativa de la obra de Omar Rayo, cuenta con una biblioteca, y se
realizan permanentemente importantes exposiciones, como la actual de Maria
Thereza Negreiros, además de diversas actividades culturales en su pequeño
teatro al aire libre, y pronto contará con una amplio espacio multifuncional
que será usado principalmente como taller de dibujo y
grabado. Los ocho módulos de planta octogonal, que diseñó el
arquitecto mejicano Leopoldo Gout para el museo, emplazados en media hectárea
cedida por el municipio, están debidamente paramentados con las casas propias
del urbanismo de tradición colonial de la población, a lo que ayuda su baja
altura, su color café claro y la reja que los separa de las calles que rodean
el conjunto, la principal de las cuales, que pasa por la cercana plaza
principal, está cerrada al paso permanente de carros. Pese a que sus formas no
son las mas adecuadas para nuestro trópico húmedo y lluvioso, el mantenimiento
del museo es impecable.
Mientras tanto en Cali, el edificio
del taller-escuela del museo La Tertulia, construido poco antes del Museo Rayo,
esta completamente abandonado y las goteras y humedades lo están deteriorando,
pues al parecer no ha habido recursos para su remodelación, si es que se piensa
darle un nuevo uso, y la muy importante y amplia colección del museo sigue sin
que se pueda exponer permanentemente al público por falta de espacio. Además no
se ha vuelto a realizar nada realmente destacable como solía pasar antes, por
ejemplo con las bienales de Cartón de Colombia, y, para rematar, buscando
alguna ayuda económica, se realizan actividades, que nada tienen que ver con un
museo, en sus instalaciones y su zona verde. Pero lo mas preocupante es que
mientras que en Rodanillo la gente está cada vez mas orgullosa de su museo, los
caleños cada vez menos se identifican con el suyo. Solo permanece en el
imaginario colectivo su estupendo emplazamiento entre el barranco del que fue
“el charco del burro” y el curso actual del Río Cali, con las Tres cruces
enfrente.
Las ciudades de verdad casi siempre
tienen un importante museo que las identifica. El
Louvre y el Pompidou a París, el Altes Museum a Berlín, El Metropolitan y el
MoMA a Nueva York, El Prado y el Reina Sofía a Madrid, El Museo Nacional
de Antropología a Ciudad de México, el Sofía Imber a Caracas, el Museu de
Arte Moderna a Rio de Janeiro, el Museo Nacional y el Mambo a Bogotá,
Panamá pronto va tener su Museo de la Biodiversidad, diseñado por Frank
Ghery, Venecia es toda un museo y la Opera de Manaus es como un museo.
Hace menos de cincuenta años La Tertulia, diseñada por Manuel Lago (menos el
abandonado taller-escuela), era un símbolo de Cali. Tenemos que recuperarla
para todos los caleños como en las grandes ciudades mencionadas. Lo odioso no
es la comparación sino la desidia del Ministerio de Cultura, el Departamento y
sobre todo el Municipio. Por su parte los empresariosde la ciudad y la
industria del azúcar no ven la importancia que para ellos puede
tener el museo. Menos mal que Roldanillo está a menos de dos horas de Cali y
que su museo es toda una sorpresa y el valle aun bello.
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