En medio de la
avalancha de noticias sobre los atentados, secuestros, asesinatos, atracos,
robos de todas las magnitudes imaginables, violaciones, maltratos y vandalismo
de cada día, hay una solitaria noticia sobre Cali. Sobre el artefacto urbano
arquitectónico y no otra mas sobre todo lo anterior que pasa en esta ciudad (El
País, 27/02/2015), y que se suele acompañar de lo mismo pero en otras partes
del mundo como si lo de aquí no bastara, y la verdad es que aquí pasa todo
junto y cada vez mas. De ahí lo significativo de esa noticia en medio de las novedades,
pues tampoco faltan las de la farándula, los reinados, la “sociedad” sonriente
y la moda de aquí y acullá.
La buena noticia, a la que se alude arriba, es que los caleños
comienzan a estar inconformes con el
tiempo que tardan en llegar a sus destinos (Cali Cómo Vamos, Encuesta de
Percepción Ciudadana 2014 ); la regular es que apenas están inconformes con ese
aspecto de la ciudad, en contra de la calidad de vida por supuesto; y la mala
es que los que se quejan son los habitantes del nororiente y sur de Cali que se
movilizan en carros particulares. Que son los que deciden sobre la ciudad pero
que poco caminan por ella, los que no usan el transporte público, y los que utilizan
las bicicletas, y eso apenas algunos, pero para entorpecer la subida al
Kilometro 18 por las mañanas.
Sólo cuando todos los caleños estén inconformes con la ciudad que
les tocó, y no apenas con su movilización en ella, Cali comenzará a cambiar
para ser una ciudad mejor. Ya tiene su envidiable clima y conserva aun sus
bellos paisajes, sólo le falta un tren de cercanías por el corredor férreo y
andenes amplios, llanos y arborizados en cada cuadra. Y re densificar su centro
sin edificios codiciosamente altos, y que pase la moda de irse a vivir a Jamundí
para después tener que quejarse por demorase mas de media hora en llegar a sus
diferentes destinos, o sea a la ciudad que abandonaron junto con sus
tradiciones urbano arquitectónicas, o que sencillamente no las tuvieron.
Y sólo cuando
entiendan que la manida y mal dicha “movilidad” de Cali comienza a fallar
rotundamente es por su vergonzosa carencia de andenes como se ha repetido en
cien columnas anteriores. Y que con ellos no solo se mejoraría la movilización
de gentes y mercancías por la ciudad, si no que disminuirían algo, unos mas que
otros, desde luego, algunos de los delitos mencionados arriba, de los que rara
vez se informa a fondo acerca del entorno urbano arquitectónico en que se dan,
pues no se ve su relación de causa y efecto, entre la ciudad y lo que le pasa a
sus ciudadanos, a duras penas se dice algo cuando se trata de su escasa
iluminación.
Principiando por el vandalismo, por ejemplo las pintadas no se dan
tanto cuando en las calles hay arboles que no las dejan ver, o al menos no se
ven tanto, y terminando con los robos y atracos que son mas difíciles cuando
las calles cuentan con andenes anchos, mas fáciles de vigilar por la Policía
con cámaras y en los que es mucho menor la aglomeración que los facilita. Pero
incluso no cuesta mucho pensar que en una ciudad con bellos, seguros y cómodos
andenes la gente vive mas contenta y hay menos maltratos, tanto a los
transeúntes como a los vecinos e incluso
al interior de las familias. Sería toda una buena noticia para Cali, pues las
ciudades son sus calles.
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