Según la Sub Dirección de Ordenamiento
Urbanístico, el 44% de sus construcciones no cumplen con la licencia otorgada
por las curadurías (El País, 24/03/2015, p.B1) y están las que la falsifican,
como ese conjunto que pasó de 7 bloques a 11 ocupando una zona supuestamente
protegida (El País, 29/03/2015, p.A2), como igual lo es el área de la Plaza de
Toros, y amen de los cerros tutelares, las cuencas de sus ríos y el piedemonte
de la ciudad, hoy invadidos. Además de los que se creen dueños del espacio
público (El País, 05/04/2015, p.A12).
Igualmente buena parte de la
señalización y demarcación de las vías es antitéctnica, como se ha dicho en
esta columna, por lo que vendrían a ser también ilegales. Como lo es sin duda
que la señalización para invidentes muchas veces los ponga en peligro, o que
por las rampas para personas con problemas de movilidad no puedan circular
sillas de ruedas. O tantos edificios públicos o de uso público que no cumplen
con los requisitos para su rápida evacuación en caso de emergencia, tal como
sucede en el paso subterráneo de la Avenida Colombia. Y ¿es legal una ciudad
sin andenes?
No es de extrañar que las recomendaciones
del Comité Asesor de Patrimonio de la Sub Dirección de Ordenamiento Urbanístico
de la Secretaria de Planeación de Cali,
no
sean tenidas en cuenta. Es el caso de lo que está pasando a espaldas de los
caleños con el Colegio de la Sagrada Familia, en el Peñón, o una construcción
reciente en la glorieta de la Salida al Mar, o muchas intervenciones en San
Antonio, como esa en la Cr.4ª con Cl. 4ª que siguen adelantado detrás de un
velo verde, o el esperpento en que convirtieron el anden de la Avenida Colombia.
“Ilegalidad” hace referencia a cualquier acto o acción por fuera
de la ley, que pueda, en algunos casos, representar un peligro o daño para la sociedad
(www.definicionabc.com).
Por su parte, “ilegal” es todo lo que va contra la ley; del latín “lex, legis” es la regla y norma constante e invariable de las cosas,
nacida de su causa primera o de las cualidades y condiciones de las mismas
(DRAE), y por eso tanto se repite que “dura lex sed lex”, mas en este caso se
trata no del incumplimiento de normas sino de tener, culturalmente, otras
conductas.
En tanto artefacto, es claro que la
ciudad actual -la que surge en 1910 cuando es escogida como nueva capital del
nuevo Departamento del Valle del Cauca y que ya va para tres millones- nace de
las cualidades y condiciones de sus habitantes, justamente, los que en su gran
mayoría son inmigrantes que no han tenido tiempo de decantar una cultura
urbana, ni quien se lo enseñe y que apenas comienzan a entender por qué hay que
votar en blanco en las próximas elecciones para alcalde de su ciudad.
Hay que superar a los que venden su
voto, a los tontos que creen en promesas, y a los apáticos que no votan, ni les
importa que mientras
el Alcalde y los gremios hablaban maravillas de las obras emprendidas por el
Municipio, el Secretario de Infraestructura diga ahora que no eran las
necesarias para solucionar su movilización (lo que es cierto salvo el paso
subterráneo) y que no había diseños ni presupuestos cuando se cobró su supuesta
valorización (El País, 29/03/2015, p.A17), por lo que se deberían
devolver millardos si hubiera justicia, y ellas mismas
ilegales pues han debido ser concursos públicos.
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