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Orden y territorio. 09.10.2008

Recordaba Álvaro Camacho (El Espectador, 24/08/2008) el importante trabajo de Orlando Fals Borda sobre la actualización de la división político administrativa del país, al que dedicó sus últimos años. Y que los que más se oponen son los vallecaucanos y antioqueños pues los primeros no están dispuestos a “perder” el Pacifico, y ahora a Sevilla, y los segundos el Urabá. Pero también habría que incluir a los caucanos que no querrán que Santander de Quilichao y demás municipios vecinos que están en el valle geográfico del Rió Cauca pasen al Departamento del Valle del Cauca. Es lamentable que los intereses clientelistas de los políticos colombianos impidan, casi veinte años después, que se cumpla con este compromiso de la Constitución de 1991, pues lo único que se ha logrado fue que se convirtieran en departamentos las intendencias y comisarías. Nada les importa que se mantengan exabruptos como el de que Cali este desparramada en siete municipios de dos departamentos, porque el problema no son solo las regiones sino también los municipios dentro de los departamentos.
          El (mal) ejemplo de Cali lleva a pensar que tendrían que definirse a partir de las ciudades actuales, que es precisamente lo que remedialmente han buscado las áreas metropolitanas. El mejor argumento de su acierto es la sub división del viejo Caldas, y su urgencia quedo muy clara ahora que en Bogotá quieren hacer un tren de cercanías, pues es imposible sin la participación del Departamento de Cundinamarca. Si el del Valle del Cauca estuviera concentrado alrededor de Cali, seguramente nuestro Tren ligero, inaplazable complemento del Mio, estaría ya funcionando al menos a Yumbo, Jamundí y  Palmira. Y si existiera un departamento del Pacifico, probablemente ya estaría la doble calzada desde Loboguerreo a Buenaventura, ciudad que hay que repensar mas allá de su puerto pues, como cree Guy Henry, ex investigador del CIAT, también podría ser un polo de desarrollo eco turístico a partir de centros de investigación de la biodiversidad. Y el embeleco del puerto de Tibuyá no habría pasado de puro regionalismo paisa impulsado desde el Ministerio del transporte.
          Ahora que cerca del 80% de los colombianos vivimos en las cabeceras municipales, es prioritario replantear su estatuto político administrativo y su tamaño, y evidentemente es mas fácil hacerlo que meterse primero o al mismo tiempo con las regiones. Y por supuesto son las ciudades mas grandes las que mas lo necesitan. Como Bogotá hace medio siglo con su Distrito Especial (hoy Capital) y años después Cartagena, Barranquilla o Bucaramanga e incluso Pereira, que hasta en eso se ha desempeñado mejor que Cali. ¿Qué es lo que esperamos para que al menos nos convirtamos oficialmente en un área metropolitana? Da la impresión de que entre nosotros pocos se han percatado del verdadero tamaño de Cali, atenidos a unos censos que no consideran la ciudad real ni su población “flotante” y que nunca han sido confiables, o que preferimos no ver hasta adonde se ha extendido para beneficio de unos pocos. Y tampoco entendemos que sin un territorio claramente definido y controlable es muy difícil lograr un mínimo de orden y dar mas seguridad y calidad de vida a sus ciudadanos.

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