Sugerente y bello el titulo del libro que recoge diez años de opinión en prensa de Francisco José Lloreda Mera. Podría ser el primero de una colección, Palabras Usadas, que El País publique para navidad con las columnas de sus colaboradores que ya pasen de las quinientas. Sería la mejor manera de que tantas palabras se sigan usando. Las de esta columna, por ejemplo, que a la larga también se deben a Kiko, quien invitó a su autor a escribirla, y que pronto, si El País insiste en quererlo, llegará a las quinientas entregas, han alimentado uno ya casi listo. Será una introducción a la arquitectura en el trópico hispanoamericano que publicará editorSPatiño. Y por supuesto han preñado otro sobre los problemas urbanos de Cali a principios del siglo XXI, que en justicia deberían financiar sus diferentes alcaldes y lideres cívicos, como un anti elogio a su ceguera pues, desde luego, aunque no escuchadas, las de ¿Ciudad? no han sido palabras necias: como lo escribió Nicolás Gómez Dávila, "escribir es la única manera de distanciarse del siglo en el que le cupo a uno nacer”(Escolios a un texto implícito, 2001).
Las ciudades suelen tener un periódico, o mas, cuya importancia va pareja a la de cada una. Si se quiere saber lo que pasa de ellas o simplemente enterarse de como amanecieron, hay que leerlo temprano, y además sus paginas viejas quedan para cubrir pisos cuando se pintan paredes, empacar cristales o limpiar vidrios. Pero, pese a que sin noticias no hay opiniones, aquellas pasan pronto, por mas amarillo que se les ponga, en especial las ya trasnochadas del domingo, mientras que estas permanecen para ser esgrimidas en la querella permanente del pensamiento. No todas, por supuesto, pues no son pocas las palabras vanas en las columnas de opinión. Mas las que van quedando se vuelven parte de la historia al superar las noticias para llegar a los hechos. Sin embargo, lo más importante es que si es cierto lo que escribió Jorge Luis Borges en alguna parte, y “uno no es lo que ha escrito si no lo que ha leído”, entonces la única manera de conservar la vida después de muerto es con las palabras de los demás, y por eso habría que mantenerlas juntas en forma de libros.
Pensándolo mas, serian mejor dos colecciones. Una solo para los colaboradores mas destacados, pero eso sí, eliminando las intimidades y problemas personales que, como dice el famoso columnista inglés Paul Johnson (Al diablo con Picasso, 1997), a nadie le importan, aunque si habría que decir algunas palabras sobre los autores. La otra sería para los temas políticos, económicos o sociales, o el deporte por supuesto, pese a que en nuestros medios solo parece ser el fútbol, y desde luego para el arte y sobretodo la cultura, que lo es todo. Y, claro, sobre Cali. Como las novelas, los periódicos no van a desaparecer tan pronto pues al menos los necesitamos para hacer el crucigrama y acompañarnos a desayunar, almorzar o comer o no estar solos en cafés y parques, y ver los cines. Recopilar las opiniones de sus columnistas para el futuro sin duda ayudaría a que no se queden en el pasado. Y por lo menos engrosarían una que otra biblioteca, tan aterradoramente escasas en las casas de esta ciudad en la que nos cupo vivir.
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