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Pruebas de estado. 03.04.2008

Desde 2003 el ICFES ha patrocinado en las escuelas de arquitectura los Exámenes de Calidad de la Educación Superior, ECAES, como un ensayo de esas evaluaciones estatales que en muchos países se hacen a los recién egresados para darles su licencia para ejercer. Como era de esperar se han cuestionado, pero confundiendo su calidad y enfoque con su existencia misma. Y, aún cuando han mejorado, lamentablemente no solo no se van a implementar como tales, sino que probablemente desaparezcan. Tal parece que las universidades públicas prefieren no verse comparadas, pues la realidad es que a pesar de que se invierte en ellas mucho más dinero por estudiante que en las privadas, por lo que cuentan con más profesores y recursos, sus resultados no son los que cabría de esperar. Por ejemplo, ha sido la Facultad de Arquitectura de la Universidad de San Buenaventura - Cali la que ha logrado los mejores resultados desde que se están haciendo los ECAES, y este año tres de sus estudiantes quedaron entre los diez primeros, y la de los Andes ha compartido los siguientes puestos con la del Valle y la Nacional de Bogotá.
          De las casi sesenta escuelas de arquitectura que existen en el país, solo las cuatro mencionadas han estado siempre entre los cinco primeros puestos. En este caso las comparaciones no son odiosas sino necesarias. Permiten corregir el rumbo para mejorar lo bien encaminado, e identificar lo que francamente no tiene remedio, para eliminarlo. Aquellas que continuamente han quedado en los últimos puestos, y desde luego las cerca veinte que ni siquiera hacen los ECAES, deberían ser intervenidas por el Estado. Tolerarlas graduando cantidades innecesarias de arquitectos mal formados, es una irresponsabilidad, nada menos que con la vivienda y las ciudades de los Colombianos. Si se exigen requisitos para abrir programas de arquitectura, con mayor razón habría que pedirlos para poder ejercer la profesión. Es improcedente que sean las universidades o, peor, simples institutos, los que otorguen de hecho las licencias, pues el Consejo Profesional de Arquitectura, que las da, solo exige el diploma. Son montones de nuevos arquitectos que, como dice Jaime Sarmiento (La arquitectura de moda,  2006), salen a venderse a las inmobiliarias, ayuntamientos y promotores.
          Para peor de males, entre nosotros aun es total la falta de interés en una arquitectura pertinente para mejorar nuestras ciudades. Lo demuestran revistas que como Semana, con su “especial” de la construcción (17/03/2008), no pasan de hacer solo propaganda. Pareciera que mientras les paguen están dispuestos a publicar cualquier cosa y hacerla pasar como información seria. Aún cuando ésta prostitución del oficio se debe mas a la codicia, ignorancia e insensibilidad de los promotores, pues en todas partes siempre hay buenos arquitectos, el que éstos sean menos, mejores y con más ética, para lo que serían fundamentales las pruebas de estado, ayudaría mucho. Deberían ser del mayor interés para el gremio, comenzando por la Sociedad Colombiana de Arquitectos, que ya solo reúne una mínima parte los graduados, y para la Asociación Colombiana de Facultades de Arquitectura, que al parecer va a dejar incluso que se terminen los ECAES.

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