Tal parece que la incertidumbre de
la Plaza de Toros de Cañaveralejo se quiere tratar de solucionar de un plumazo
olvidando que es un Bien de Interés
Cultural, BIC, protegido legalmente como patrimonio de la nación y en
consecuencia con el uso del suelo alrededor restringido. El punto es que se
trata de un edificio y un espacio urbano de valor histórico, urbanístico y
arquitectónico, y sobre todo de un especial significado y uso para la ciudad.
En razón de lo cual de ninguna manera sería conveniente
permitir que la Plaza y sus áreas inmediatas se conviertan en algo meramente
comercial, como está pasando con la plazoleta de la caleñidad Jairo Varela (o
como al fin se llame) invadiéndola poco a poco con tenderetes, mal ubicados
además, como pasará en el “bulevar” del río (cada vez con menos río) cuando se
cansen de vigilarlo y cuidarlo para unos poco con el dinero de todos cuando el
resto del Centro es una vergüenza.
En conclusión no se deberá desafectar el uso del suelo
alrededor de la Plaza, pasando por alto que su carácter de BIC de nivel nacional lo decide,
precisamente, el Consejo Nacional de patrimonio Cultural. El que deberá
considerar los conceptos previos del Consejo Departamental de Patrimonio
Cultural, lo mismo que debería haber hecho el contratista del Ministerio de
Cultura que fue el autor de su plan especial de manejo y protección, PEMP, que
es el que finalmente define su futuro.
Además es necesario cerrar la puerta de un debate (que ni siquiera
es tal) de sesgo legalista, politiquero, “ceveyero” y de negocios codiciosos,
como suele pasar en Colombia, para solaz de los medios amarillistas. Lo que
impide llegar a acuerdos equitativos (todo lo contrario al todo o nada de los
uribistas y antiuribistas) para proceder a abrir otras puertas con miras a
solucionar el problema en beneficio de la ciudad toda y de todos los
ciudadanos.
En conclusión, se la debería conservar pero haciéndole
apenas las mínimas modificaciones para que se pueda utilizar también para otros
espectáculos, aparte de los toros. A pesar de que muy probablemente se acaben
en un futuro próximo, al menos en las plazas mas grandes, podrían evolucionar a
un espectáculo de rejoneo que no demande la muerte de animales como parte del
mismo, originando un vistoso toreo a caballo apto, ahí sí, para todos los
públicos.
Pero de todas manera es claro y pertinente que las áreas
mas próximas a la Plaza, incluyendo parte de los estacionamientos, se deben
convertir en una zona verde semidura, arborizada, abierta y pública, con
estacionamientos, asimismo públicos y para todo el sector, pero debajo de las
amplias “calles” actuales para conservar los árboles existentes. Y en ningún
caso permitir construcciones inmediatas que comprometan las visuales hacia lo
que es hace años un hito urbano.
Y solamente en su extremo norte se debería permitir
construir, trasplantando los árboles existentes (antes de que el DAGMA
“conceptúe” a la carrera que están enfermos y amenazan a los peatones y que hay
que talarlos) y con una altura menor a la de la Plaza. Cosa que hasta donde se
ha podido saber no cumple un proyecto hecho a espaldas de todos para beneficio
de algunos, “ensillando antes de traer las bestias” como se suele hacer la
“planificación” en Cali: en función del negocio de la tierra y la construcción.
Comentarios
Publicar un comentario