Como ha sido denunciado <http://caliescribe.com/calenos/2014/12/12/7264-carta-abierta-calenos> los proyectos de infraestructura para Cali se
han convertido en una manera de pagar apoyos políticos o de favorecer amigos, entregando
su diseño a firmas desconocedoras de la geografía e historia de la ciudad, y motivo por el cual en Cali se
obvian los concursos públicos que señala la ley. Tampoco se considera
que deben estar ligados a un plan integral ni la importancia de su diseño, el
que se le deja al contratista ejecutor de la obra, ni que es la
ciudadanía la que debe refrendarlos pues es la que los paga y la directamente
afectada, tanto económicamente como en su calidad de vida.
Además se ha fomentado la idea
mercenaria de que los concursos públicos de diseño urbano o arquitectónico son
costosos y largos y que es mejor contratarlos a dedo, pero se oculta cuánto se
ha pagado por los diseños que finalmente se ejecutan después de haber sido
realizados mas de uno, pues cada alcalde manda hacer los suyos. O
se quedan sin terminar, como sucedió con la remodelación del Estadio o del
barrio Granada, o el “túnel” de la Avenida Colombia, aun sin sus bombas de
achique. Por
lo contrario, en Medellín, por ejemplo, se continúan haciendo concursos
públicos nacionales, se juzgan, se premian, se contratan, se ejecutan y se terminan.
Mientras que aquí olímpicamente se han repetido,
en la última década, hasta tres veces proyectos ya realizados y pagados, encargados a la Sociedad Colombiana
de Arquitectos, o ya planteados en el
Plan del Centro Global de 2003, sin ni siquiera indicar su origen ni su
integración con sus otras propuestas, pues dicho plan terminó en la basura. Ni
que hubiera sido encargado por Planeación Municipal, como resultado del primer
Plan de Ordenamiento Territorial, POT, y
realizado bajo la coordinación de la Sociedad de
Mejoras Públicas de Cali por las universidades del Valle y
San Buenaventura, con la colaboración de arquitectos estudiosos de la
ciudad.
Además
muchos otros costosos proyectos, contratados como resultado de concursos, y pagados
por los ciudadanos pero desconocidos por ellos, se desechan en su mayoría
beneficiando sólo a sus contratistas, en lugar de actualizarlos. Como el del
Tren Ligero, el de
la manzana T´, el del Centro Cultural junto al Coliseo del Pueblo, el de las
áreas exteriores del Hospital Universitario, o los proyectos de Metrocali, que
fueron archivados y dejados de lado, o, recientemente, el de la Autopista
Bicentenario, el del parque del Rio Cali, un centro comercial en la glorieta
del Ferrocarril, los varios para la terminal de Agua Blanca, o el de la doble
calzada de la Salida al Mar.
Como lo
plantea la denuncia mencionada arriba, se requiere una verdadera Oficina de
Planeación que proyecte a largo plazo intervenciones
que integren problemas urbanos, viales, arquitectónicos, paisajísticos y
patrimoniales en un plan maestro para el área metropolitana de Cali,
principiando por su futuro suministro de agua potable, su problema mas
acuciante. Y que sean realizados a través de concursos públicos, que podrían
ser internacionales pero con la participación de profesionales locales,
propósito que debería defender la SCA, e incluir como consultores a las
universidades, las que además deberían velar por su historia, teoría y critica.
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