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Quejidos. 07.02.2008

La mesa redonda convocada por El País, para tratar la renovación urbana de Cali, concluyó que es inaplazable. Pero el hecho es que desde hace mas de medio siglo se da todos los días y en todas partes, solo que sin planeación, orden ni control. Justo, paradójicamente, desde la creación de la oficina de planeación como respuesta al acelerado crecimiento de la ciudad a partir de las primeras décadas del siglo XX. Y decir que su expansión no es contradictoria con la renovación de su centro ampliado, densificándolo, es pasar por alto, convenientemente, que desvirtuaría el propósito de no extenderla mas. Sobre todo cuando hoy su casco tradicional está medio desocupado, como en espera de un gran negocio inmobiliario especulativo, igual que ha sucedido en tantas partes. También recomendaron que hay que renovar el reciente POT, pero no por que fuera mal hecho si no por que no facilita la extensión de la ciudad. Aunque la verdad es que no hay autoridad que lo haga cumplir, además de que ingenuamente no consideró nada menos que la propiedad privada del suelo.
          Opinar, de otro lado, que la (mal) llamada vivienda de interés social no puede hacerse en zonas de renovación, por el costo de la tierra, solo indica que tendría que ser de mayor densidad. Y subsidiada, considerando que el ahorro en transporte sería un beneficio medioambiental y social considerable. O que, sencillamente, sería para estratos mas altos, que liberarían tierras menos costosas y viviendas usadas mas baratas para remodelar (como comprar carros de segunda mano) ¿O será que estamos esperando a que los tratados internacionales y las directivas del Ministerio del Medio Ambiente nos obliguen a densificar nuestras ciudades? Por lo demás, llenar los ejidos con casitas, como se ha insistido tanto en días pasados, es, precisamente, desaprovecharlos. En ese caso lo que habría que hacer allí seria un sub centro urbano grande, autónomo y muy densificado. El inconveniente es que el centro de la ciudad se deterioraría aun mas y, como concluyeron también los de la mesa de El País, “es fundamental que la gente vuelva a habitarlo”.
          Pero es justamente lo contrario de afirmar que “la renovación en el centro es un gran negocio económico, mientras que la expansión de la ciudad es un gran negocio social”. La calidad de vida en sus alrededores siempre fue inferior, desde los arrabales de antes hasta los suburbios de hoy. Y aumentar el transporte y la combustión de hidrocarburos es un pésimo negocio medioambiental, que no consideramos mientras nos engañamos creyendo que en los ejidos se resolverá el déficit de vivienda, inflado por lo demás, pues lo que falta, mas que casitas, es ciudad. Pero su sosteniblidad, calidad de vida y belleza no nos interesan. Solo los negocios, y en los ejidos son baratos, rápidos y fáciles, pero para unos pocos. Mientras que densificar el centro es engorroso, lento y mas costoso pero su ganancia urbana y medioambiental, y por ende social, sería para todos. Ojalá la administración del alcalde Ospina se sostenga en su decisión de conservar los ejidos, considerando además que una fracción son humedales, como parte del cinturón de áreas verdes, públicas y privadas, que debería volver a rodear la ciudad.

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