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Recordando. 20.09.2012


Como dice el arquitecto Julián Velasco, el artículo de Jaques Mosseri  (La muerte del centro, El Tiempo, 09/09/2012)  podría ser sobre Cali  cambiando Carrera 7ª por Avenida Colombia. La peatonalización de la 7º, dice, es un nuevo fracaso, como el de la Avenida Jiménez. Hecho comprobable que no han querido analizar los que insisten en dejar la Avenida Colombia solamente con el Mio por su superficie, la que además, a diferencia de la Jiménez, casi no tiene transito peatonal a su largo, ni comercio desde hace años. Y el “bulevar“ sin árboles de que hablan será peor pues solo tiene edificios a un lado, lo que lo convertirá en un malecón, que es un paseo paralelo al río, pero que al no tener la animación y seguridad que daría el paso de taxis y carros, será un área mas deteriorada que antes.
            Una Venecia sin canales ni góndolas, como dice Mosseri refiriéndose a los que piensan románticamente que a Bogotá solo le faltan unos y otras, y desde luego tenemos que recordar que José Pardo Llada quiso traer una y represar el río para que pasearan los enamorados, como en el Central Park de Nueva York, la que al fin y al cabo gobierna un “gondolero” paisa. Lamentablemente lo anterior no es chiste sino supina ignorancia de la historia de nuestras ciudades, y del arte y la técnica de lo urbano. Pura negligencia en aprender o inquirir lo que puede y debe saberse. Como se escribió aquí hace casi 15 años (La Avenida Colombia otra vez, 18/05/1998), en el Informe de Labores de 1921 al Concejo por parte de Hernando Guerrero, su Presidente, se lee lo siguiente:
          "Con relación al ornato de la ciudad se dictó un […] acuerdo so­bre […] un paseo en la orilla derecha del Río Cali, desde el Puente [Ortiz] hasta el Barrio de El Peñón, urbanizado recientemente […] de tal modo que la ciudad, de uno a otro de sus extremos, sería beneficiada, por esta vía, que serviría de lugar de expansión y de solaz a todos los habitan­tes y, al propio tiempo, hermosearía a Cali, en grado tal, que no encontraría similar en [el] País y, quizá, podríamos mostrarla con orgullo a los euro­peos. Pensad […] que no hay en la ciudad ni en sus alrededores un paraje que se preste más, para embelle­cerlo, como las pintorescas y risueñas márgenes de nuestro río, ni que beneficie a los habitantes de todos los barrios […] ni que hermosee y adorne, por igual, todo el conjunto de la ciudad”.
          Pero, finaliza dicha columna, el paseo "se convirtió en una especie de autovía urbana deteriorando el río y el centro tradicional […]. Por eso el proyecto de una vía por debajo de ella es tan importante, aunque solo sea entre la Cr. 7ª y La Ermita. Sería la segunda vez que se recupera para los peatones el espacio urbano público como un "lugar de expansión y de solaz" […] y la primera que se pone el tráfico pesado por debajo y no por encima de la gente. Pero seria mejor aun recuperar el "paseo en la orilla derecha del Río Cali" con muy amplios andenes y tráfico lento por solo dos carriles (tal como se le propuso al Alcalde Guerrero a principios de los 90 cuando todavía era posible hacerlo desde el Hotel Intercontinental) y no pensar en una desmesurada y desapacible "plazoleta" como se ha diseñado.” Ahora es una “serie de plazoletas”, como la llamaron antes de cambiarle de nombre cada mes.

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