No mas andenes maltrechos y estrechos –o simplemente inexistentes-
que obliguen a caminar por las calzadas. No mas carros trepados groseramente encima
de los andenes. No mas puestos de vendedores ocupando los andenes. No mas
talleres en las calles. No mas postes atravesados en los andenes. No mas pasos
pompeyanos alejados de la circulación de los peatones. No mas semáforos sin
tiempo para los peatones. No mas puentes peatonales que los mas necesitados no
pueden usar. No mas sardineles altos como para gigantes. No mas calles sin
andenes. No mas barreras urbanas. No mas ciudad con peatones corriendo para
poder atravesar las calles: en muchos cruces no hay remedio.
La
inaudita ignorancia de los derechos de los peatones, que en Cali manifiestan orondamente
sus Autoridades Municipales y la Policía, sólo es comparable con el irrespeto
que estos tienen por si mismos; además por duplicado ya que son ellos los que
eligen esos alcaldes y concejales que no caminan nunca por la ciudad y que
nombran esos secretarios de tránsito que solo piensan mucho (y bien) en los
carros, poco (y mal) en las motos, casi nada (ni mal ni bien) en las bicicletas
y menos que nada en los peatones (lo que está muy mal) como si ellos y sus
familias no lo fueran también, o como si les diera pena serlo.
No mas concejales, alcaldes, y
secretarios de tránsito y de planeación que no vuelven a caminar por la ciudad-si
es que antes lo hacían- en tanto son elegidos. Elijamos alcaldes que caminen y
que respeten a los peatones y sigan caminando. Concejales que sean como esos ediles que entre
los antiguos romanos estaban a cargo las obras públicas, y que cuidaban del
reparo, ornato y limpieza de los templos, casas y calles de las ciudades, las
que aunque no tenían carros si contaban
con andenes como aun se pueden ver en Pompeya, por lo que presumiblemente
también los tenia la Ciudad Eterna y por algo todos los caminos llevaban a ella.
No mas alcaldías de apenas cuatro
años. Exijamos al Congreso, con el Voto en Blanco a
la mano elijamos alcaldes reelegibles por varios periodos consecutivos, que
se encarguen de ejecutar los acuerdos de
un Consejo de conocedores de las ciudades (es decir de académicos y representantes de los barrios y gremios), pero no apenas para su buen orden, salubridad
y limpieza, sino los objetivos derivados
de un plan urbano arquitectónico a largo plazo para una ciudad con movilidad de
verdad, es decir, con andenes, pues los que se mueven no son apenas carros y
buses, y por supuesto, bicicletas y trenes (en los que se puedan llevar
las bicicletas).
Como dijo Aristóteles, la ciudad son sus ciudadanos;
ciudadanos que caminan agradablemente por sus calles, pues como se ha repetido en esta columna hasta el cansancio,
las ciudades ”surgieron para satisfacer las necesidades vitales del
hombre, pero su finalidad es permitirle vivir bien...” (La política, s,
IV a.EC); lo que lo civiliza y transforma en un
ciudadano que elige mejor a sus autoridades. Ya deberíamos estar cansados en
Cali del irrespeto de todos con todos. Al fin y al cabo, respeto es miramiento,
consideración, deferencia; pero aquí tal parece que no pues los peatones
tampoco respetan: cruzan las calles por cualquier parte y no se detienen en los
semáforos (si los hay); y las bicicletas mucho menos.
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