Cómo y por qué un nuevo
Centro para Cali, que de histórico no le queda sino su traza, tres iglesias,
dos conventos y la torre mudéjar más bella de América a juicio del profesor
español Santiago Sebastián, que la conoció cuando vino a la Universidad del
Valle, pero que pocos aprecian. El asunto es que el centro de una ciudad es su
parte mas antigua y suele ser la más bella, y asociada a una simbólica plaza,
avenida o calle, y de allí su básica importancia en todo sentido. Basta evocar
tantos en el mundo y sus espacios urbanos y monumentos; y Rio de Janeiro, una
excepción, lo aclara. El de Cali junto al río, llamado antes “de la ciudad”,
pese al mugre, desorden e inseguridad nocturna, es auténtico y animado.
Habría que, primero que
todo, recuperar a fondo la Plaza de Caicedo, que se trató de volverla un enrejado
parque inglés y llamándola parque en lugar de plaza buscando borrar su pasado
de Plaza Mayor. Volverla una plaza-parque, como se ha hecho en otras partes del
mundo, sumando más árboles a sus altas palmas reales, respondiendo así con más
sombra al clima local, y cambiando su prado por un piso duro para poder caminar
en cualquier dirección, pero conservando su imagen actual, ya tradicional,
mediante su monumento al prócer caleño, sus senderos y por supuesto sus bancas,
y dotando de un atrio a la Catedral. Sería conservar su presente y recuperar su
pasado para al futuro de una ciudad tan descentrada.
Y rediseñando las calles de
dos calzadas, ampliando y arborizando sus andenes, regularizando sus carriles y
dándoles continuidad, sobrarían espacios para que sea el Municipio el que los
alquile, junto con algunos lotes aptos, a los vendedores, que pertenecen culturalmente
al Centro donde sirven a muchos. Organizados donde no molesten la circulación,
bajo altas cubiertas y con baños y energía y agua pagadas no robadas. Y unir de
nuevo peatonalmente a San Antonio con La Merced, separados con la ampliación de
la Quinta, salvándose de las demoliciones para los Juegos de 1971, hundiéndola
entre la Av. Colombia y la Cr. Diez, y ayudando a recuperar el Centro y con él
la ciudad misma, sin poner en peligro el barrio.
En el Centro los
estacionamientos particulares deterioran las calles al no tener comercio y sí
fachadas sin gracia. Los nuevos estacionamientos deberían ser subterráneos o,
si son edificios, con locales comerciales en el primer piso. Concesionar
parqueaderos públicos bajo la Plaza de S. Francisco, las calles de la de
Caicedo y en la Cr. 10 a su largo. El regreso de la vivienda al Centro, como
hace medio siglo en el mundo, ayudaría a Cali mirando su crecimiento y
extensión. Destinar grandes lotes, como el del Sena, para vivienda, llevaría a
reutilizar muchas construcciones abandonadas. Este nuevo Centro se uniría a la
ciudad, área metropolitana de hecho y región, por un nuevo eje por la vía
férrea, que urge concretar.
Mejorar el Centro, lo que
es claramente posible funcional, constructiva y económicamente, pero no
probable dada la ignorancia, intereses creados y corrupción actuales. Mas es una
meta en el horizonte, como diría Eduardo Galeano, pues la “búsqueda de la
perfección, nos puede hacer la realidad mucho mejor”. Esta es en Cali la gran
responsabilidad de los electores: pensar mejor en las próximas elecciones de
concejales y alcaldes, identificando aquellos candidatos que ni siquiera ya
caminan por el Centro, y que no entienden por qué ni como renovarlo sin demoler
nada, ni mucho menos para qué; ignoran que el centro es el corazón de la
ciudad, y que esta lo es de su área metropolitana.
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