En el caso de una ciudad se
trata del conjunto de instrumentos técnicos y normativos que se redactan con el
fin de planear su renovación urbana, donde sea pertinente o inevitable, y
trazar sus nuevos crecimientos, junto con las normas urbano arquitectónicas
correspondientes para ordenar el uso y forma de ocupación de los nuevos
espacios disponibles, o regular las condiciones para la readecuación,
transformación o conservación de los existentes. Igualmente la planeación
urbana implica hacer planes sectoriales y llevar a cabo los proyectos puntuales
para las nuevas edificaciones y espacios urbanos de carácter público mediante
concursos ídem.
En el caso de
Cali la planeación ha sido todo lo contrario, principiando por que no se tiene
en cuenta la ciudad real ya que casi la mitad de su área metropolitana de hecho
esta por fuera de los limites administrativos oficiales. Y su parte rural
tampoco se considera. Además su normas son con frecuencia obsoletas,
contradictorias, auto excluyentes, improcedentes, equivocadas o simplemente
inaplicables. Es el caos que lleva a la corrupción y viceversa. Ningún plan se
ha cumplido y casi todos ignoran los anteriores, se repiten los proyectos
puntuales o se comienzan cuando el anterior no se ha terminado, reemplazándolo
a medias pues a su vez tampoco se termina.
Y el que proyectos
puntuales, cuya pertinencia y posibilidades son evidentes, no se acometan,
señala la corrupción en las obras publicas, la desidia del Estado, y la
ignorancia generalizada en el tema de las ciudades en esta que es tan nueva,
poblada, extendida y de tan rápido crecimiento. Por ejemplo los dos proyectos
necesarios para empatar el par vial de la Av. Colombia y la Av. 4ª Oeste, con
la Salida al mar y la Circunvalación, y con la Carrera 1ª y su intersección con
el par vial de la Cls, 25 y 26, o que estas no se ha terminado empatándolas con
las vías a Yumbo y Jamundí. Y el muy amplio lote del SENA sigue desocupado a
tres cuadras de la Plaza de Caicedo.
En el caso del Plan Director no solo hay que indicar los usos del
suelo, considerando tanto su necesidad como los inconvenientes que se podrían
generar a los vecinos, sino discriminarlos para el primer y segundo pisos, los
demás pisos, si los hay, y los semisótanos y sótanos y no apenas para
estacionamientos, y lo mismo definir la ocupación del espacio en cada uno,
retrocesos y aislamientos, y la altura por cada piso y la total. Pero también
las circulaciones normales y de emergencia y su conexión con los andenes
existentes, y por lo tanto con la movilidad del vecindario y el plan vial
sectorial, y por consiguiente su
continuación con el urbano y regional.
Como insiste Nicolás Ramos
en Cali no hay planeación, a pesar de algunos buenos funcionarios pues los
cambian permanentemente o son, la mayoría, incompetentes; y con cada reforma
administrativa le reducen la posibilidades de control a la Secretaria de
Planeación, y las curadurías urbanas no resolvieron el problema sino que lo
multiplicaron. La salida es que un alcalde lidere un Plan Director a largo
plazo con revisiones periódicas, con la colaboración de las universidades y los
gremios de urbanistas, arquitectos, paisajistas, ingenieros y constructores, y
desde luego del Concejo Municipal, y lo someta a una consulta popular, que de ser
aprobada lo volvería obligatorio para los siguientes alcaldes.
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