Hasta cuándo en Cali sus
alcaldes entregarán el diseño de las obras públicas a dedo, obedeciendo a
intereses electorales o comerciales o a la moda. Además a arquitectos o firmas
de afuera de la región o, aún peor, del país, que no conocen la ciudad ni sus
circunstancias ni sus gentes, y como si aquí no hubiera profesionales idóneos
para llevarlos a cabo, o que por lo menos en sus equipos de trabajo siempre los
hubiera obligatoriamente. Cuándo los
ciudadanos entenderán que el nuevo equipamiento y espacio urbano de la ciudad
es para su mejor calidad de vida y no para el beneficio económico o politiquero
de los que solo hacen negocios en ella o con ella marcados por alguna forma de
corrupción.
Como esos bienvenidos
concursos pero que lamentablemente son improvisados, y en los que no se piensan
todas las circunstancias para establecer sus bases, las que tampoco son
consideradas por sus jurados. Además estos se cambian totalmente cada vez y en
ellos que no prima el conocimiento y especialmente la reconocida experiencia de
sus miembros sobre lo urbano, arquitectónico y paisajístico, ni mucho menos
sobre lo económico, social y cultural lo que no se considerara para nada. El
resultado es una ciudad que cada vez mas es una colcha de retazos inconclusa y
llena de rotos por lo demás pero que algunos, a los que poco les importa que se
destruya su bello paisaje, insisten en ver linda.
O esos proyectos puntuales
que no obedecen a un POT serio que considere al mismo tiempo el espacio urbano público y la
movilidad en él: calles, avenidas, plazas, explanadas, parques y zonas verdes,
y los usos del suelo: densidades, ocupación, alturas, aislamientos y
retrocesos, y un presupuesto real para ejecutar las obras y de acuerdo con su
prioridad. Y teniendo en cuenta propuestas y proyectos anteriores y no
simplemente que se los ignore como si además no hubieran costado nada, como
pasó con los dos que ya se habían realizado y pagado para el parque del rio
Cali, o el del “Centro global” o hace años el del “Hoyo–Piloto” que
sencillamente el siguiente alcalde tiró a la caneca de la basura.
O el ”Corredor verde” que
aterrizó de emergencia en la Carrera Octava pues dizque era para el corredor
férreo, y que sólo lo será cuando crezcan los árboles si es que no los talan
antes con cualquier disculpa, donde es preocupante que no se haya considerado
que las estructuras caprichosas que están poniendo allí, metálicas y de madera
plástica, que no se sabe como ni para que serán utilizadas, pronto estarán
deterioradas y vandalizadas o se las habrán robado a pedazos, y por supuesto de
los “juegos infantiles” o para hacer ejercicio no quedará ninguno, como lo
señala una oportuna carta pública de la Sociedad de Mejoras Públicas de Cali al
Alcalde, y que tendrían que reenviarla al siguiente.
Qué costosa equivocación
intervenir, como igual ya pasó en el “Parque lineal del río Cali” (presupuesto
y tiempo todo un cuento de nunca acabar), solo uno de los dos costado de la vía
y el menos necesitado, que en el tramo al lado de la Base Aérea del tal
corredor es el que concentra toda la actividad urbana: peatones, vivienda,
comercio. O poner esos juegos al lado de una vía de tránsito pesado, o
incomodas bancas a pleno solo para mirar pasar los carros. Y ni hablar de los
terminados que no consideran el impacto del clima, el maltrato, ni el
deficiente control y mantenimiento como se puede ver ya en el mal llamado
“Bulevar del río” pues hasta las palabras se usan pretenciosamente.
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