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Lo que les tocará. 29.11.2018


  Para entender mejor este país mucho ayuda leer Historia mínima de Colombia, 2017, de Jorge Orlando Melo, Historia de Colombia y sus oligarquías, 2018, de Antonio Caballero Holguín, y El país que me tocó, 2018, de Enrique Santos Calderón [y también de Enrique serrano, Colombia: Historia de un olvido, 2018]. Pero para entender el planeta que dejamos a los que  siguen –hijos y nietos- además del centralismo, la discriminación y la corrupción, y la violencia que generan, hay que enterarse igualmente del cambio climático, la destrucción de la naturaleza, y la sobrepoblación que los ocasiona, y desde luego está la amenaza nuclear, para lo que basta leer Breves respuestas a las grandes preguntas, 2018, el libro póstumo de Stephen Hawking.
  Y para redondear todo, Sapiens. De animales a dioses, 2014, de Yubal Noah Harari y sus 21 lecciones para el siglo XXI, 2018, y, Homo Deus. Breve historia del mañana, 2016, y lo que hay al respecto en el libro de Hawking: “la Tierra se nos está quedando demasiado pequeña. Los recursos físicos están siendo drenados a un ritmo alarmante. Hemos hecho a nuestro planeta el regalo desastroso del cambio climático: temperaturas crecientes, reducción de los casquetes polares, deforestación, sobrepoblación, enfermedades, guerras, hambrunas, falta de agua y diezmamiento [sic] de especies animales. Todos estos problemas tienen soluciones, pero hasta ahora no han sido aplicadas” (p.187).
  Todo lo anterior impacta a las ciudades, en las que la gran mayoría de la humanidad habitará en pocos años, pero a las que, en tanto artefactos, aquí poco se les para bolas. Hay que comenzar a leer La cultura de las ciudades, 1938, de Lewis Mumford, y Muerte y vida de las grandes ciudades, 1961, de Jane Jacobs, pero también El negocio del territorio, 2013, de Manuel Herce, y, de Juanma Agulles, La destrucción de la ciudad, 2017. Pero además novelas como Patria, 2016, de Fernando Aramburu, mucho mejor que gastarle tiempo a las paginas rojas de la prensa, que en algunas publicaciones lo son casi todas con noticias, sin mayor análisis, de asesinatos,  violaciones, atracos, robos y demás.
  En el caso de Cali, su futuro inmediato está condicionado por su muy rápido crecimiento y extensión incontrolada, el trastorno climático, un posible terremoto, la rotura del jarillón del río Cauca, la falta de agua potable, la contaminación, la alteración del paisaje natural y de su imagen urbana, una movilidad caótica, inseguridad y mal comportamiento en el espacio urbano público. Pero por fortuna se puede contar con el amplio corredor urbano, de propiedad pública, entre las calles 25 y 26, a lo largo de la línea férrea que hoy cruza la ciudad por la mitad, para un nuevo eje no apenas urbano si no también regional, mediante una nueva vialidad, y que considere relieve, hidrografía, clima e historia regional.            Ayudaría crear allí las bases para ese nuevo eje urbano y regional para Cali, como ya se propuso en Caliescribe.com (El Corredor Urbano, 01/01/2014) y así poner orden a un verdadero Plan de Ordenamiento Territorial, POT, clave ante dichas amenazas y sus realidades económicas, sociales y culturales. Una nueva visión de ciudad para una mejor calidad de vida, y un amplio acuerdo ciudadano para la selección de futuros Concejales y Alcaldes (que mejor que estos fueran nombrados por aquellos) según su compromiso con ella. Mas para entender bien esta propuesta y poder valorarla, ayuda leer algunos de los libros mencionados; no son tantos, ni tan largos salvo la estupenda novela de Aramburu.

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